sábado, 29 de mayo de 2010
Ante el brutal ataque neoliberal lanzado por el Gobierno contra las clases trabajadoras del Estado español
Las clases trabajadoras del Estado español están siendo sometidas al peor ataque neoliberal del que se tiene recuerdo en mucho tiempo en el marco geográfico de la Europa Occidental, excepción hecha del actual caso griego. El gobierno de Zapatero se ha quitado definitivamente la careta y ha decidido aplicar sin ningún tipo de miramiento el manual básico del neoliberalismo, a través de la aprobación de una serie de medidas que deben ser analizadas en su conjunto y no de manera fragmentada. La intención de las clases dominantes no es otra que aprovecharse del momento histórico que estamos atravesando para implantar de manera definitiva el neoliberalismo en el Estado, no ya como medidor y referente de las políticas económicas (cosa que viene sucediendo desde hace mucho tiempo), sino tejiendo su tela de araña en la estructura económica, jurídica, social y laboral del Estado, para que el Estado mismo quede atrapado en ella y no haya forma, ni ahora ni nunca, de sacárselo de encima. La situación es extremadamente grave, y, lo que es aún más preocupante, se está llevando a cabo ante las mismas narices de las clases trabajadoras sin que la mayoría de los integrantes de éstas se estén percatando de nada.
Al igual que ya ocurriese en América Latina en la década de los años 90 del siglo pasado, las clases burguesas dominantes aprovechan los periodos de crisis económica generalizada para imponer sus medidas neoliberales como supuestas vías para la salvación de las economías estatales, aunque, en realidad, en ningún país del mundo tales medidas hayan dado resultado beneficioso alguno para las economías estatales, sino, más bien, todo lo contrario. La actual crisis económica global es una buena muestra de ello. En realidad, con la aplicación de estas medidas, lo que las clases burguesas realmente pretenden es la profundización de su poder, el aumento de sus ganancias y la transformación de la estructura económica del Estado en favor de sus intereses, secuestrando de facto las economías de todos aquellos países donde son puestas en práctica, y desmantelando de paso los pocos logros en materia de derechos sociales y laborales que las luchas obreras hubiesen podido arrancar al poder burgués después de siglos de lucha de clases. El aumento de la desigualdad social, la concentración de la riqueza en manos de un porcentaje de la población cada vez más reducido, la caída en la calidad y cantidad de los servicios públicos y la pérdida de derechos sociales, son sólo algunas de las nefastas consecuencias directas que estas transformaciones neoliberales han generado en todos y cada uno de los países donde han sido impuestas. Ahora le ha tocado el turno al Estado español.
Primero fue el anuncio de un aumento de los impuestos indirectos -aquellos impuestos que son pagados por todos los consumidores/trabajadores por igual independientemente de su nivel de renta- y que entrará en vigencia el próximo mes con la anunciada subida del IVA. Luego nos llegó el anuncio de que el Gobierno estaba planteando una reforma en el sistema de pensiones, entre cuyas medidas se incluía el aumento de la edad de jubilación o nuevas fórmulas para reducir a la baja el cálculo del valor de las pensiones. Posteriormente nos llegó el paquete de medidas para el recorte del gasto público anunciado por Zapatero la semana pasada, en el cual, entre otras cosas, se reduce el sueldo de los funcionarios, se congela la cuantía de las pensiones y se reduce la ayuda al desarrollo. Pocos días después, el FMI imponía al Gobierno la necesidad urgente de llevar a cabo una reforma laboral y una reforma fiscal, con todo lo que ello implica en el manual de prácticas neoliberales: abaratamiento del coste del despido, nuevas fórmulas contractuales para fomentar el trabajo precario, reducción de la presión fiscal sobre las grandes fortunas, aumento de la misma a las clases trabajadoras, etc. Ahora, la Ministra de Sanidad nos ha anunciado que el Gobierno abre la puerta al sistema del “copago” en la sanidad pública, como antes le había llegado ya el turno a la educación con la implantación del Plan Bolonia y las diversas reformas educativas llevadas a cabo en los últimos años, tanto a nivel universitario como de enseñanza primaria y secundaria, que han convertido el sistema educativo en un aspirador de dinero público para ponerlo al servicio de empresas y multinacionales.
A la espera de que todas estas medidas aprobadas y/o anunciadas por el Gobierno español vayan entrando en vigor, la situación es clara: las clases trabajadoras están sufriendo un ataque sin precedentes que pretende implantar de manera definitiva e irreversible el neoliberalismo en el Estado. Lo que se está jugando ahora es una partida de ajedrez de consecuencias históricas. Las clases burguesas dominantes están tratando de llevar a cabo su particular revolución neoliberal para apoderarse plenamente del Estado, anulando incluso los pocos espacios que hasta ahora han servido para hacer de contrapeso al poder burgués ya instaurado. Es un desafío de connotaciones históricas ante el que las clases trabajadoras estamos obligadas a dar una respuesta igualmente histórica, o acabaremos por perder lo poco que habíamos conseguido ganar hasta ahora tras siglos de luchas populares. El neoliberalismo es la respuesta del gran capital a la profunda crisis que su sistema recurrentemente origina: más y más explotación y beneficios a costa de depauperar a capas cada vez más amplias de población trabajadora. Así debe ser visto, así debe ser analizado, y así debe ser entendido y difundido el momento histórico que estamos atravesando, es decir, como un brutal ataque neoliberal contra los derechos e intereses de las clases trabajadoras, diseminado en propuestas diversas pero con un objetivo común, que no es otro que el mencionado con anterioridad: apoderarse del Estado y su estructura económica en su totalidad.
Es por ello que desde el Colectivo Editorial de Kaosenlared queremos denunciar y repudiar este brutal ataque neoliberal que están sufriendo las clases trabajadoras del Estado español, haciendo hincapié en el hecho de que se debe dar una lectura conjunta a todas las medidas aprobadas y/o anunciadas por el Gobierno de Zapatero en los últimos meses, como parte de un plan cuyo objetivo no es otro que apoderarse de todos los resquicios del poder político y económico, laboral y social, que se puedan desprender del Estado. Pensamos, pues, que los medios de contrainformación debemos realizar un análisis global de la situación y no una mera denuncia segmentada de las diferentes medidas adoptadas desde el poder político. La clase trabajadora debe tomar consciencia de la gravedad del ataque neoliberal que venimos sufriendo, y para ello creemos que es necesario que se adopte un análisis global del mismo, no una mera denuncia segmentada de sus diferentes ramificaciones, como venía siendo lo habitual hasta el momento, incluso entre los propios medios alternativos.
Separar, por ejemplo, el anunciado aumento del IVA del paquete de medidas de ajuste del gasto público presentadas la semana pasada, la reforma laboral de la reforma fiscal, o la reforma sanitaria de la educativa, entender cualquiera de estas medias como independiente o no vinculada directamente con cualquiera de las otras, ahora mismo no es otra cosa que hacerle el juego al discurso oficial que pretende segmentar las luchas de resistencia a estos cambios, impidiendo así el desarrollo de la consciencia de clase entre los diversos colectivos de las clases trabajadoras afectados directamente por cualquiera de ellos. Todas estas medidas, lejos de representar medidas coyunturales, son parte de un mismo plan de “ajuste estructural”, y todos los que nos enfrentamos a ellas -sea desde el ámbito anticapitalista que sea- debemos tratar de unir nuestros esfuerzos, si queremos realmente tener una mínima esperanza de salir victoriosos en la resistencia frente a los cambios que nos quieren imponer.
La reforma neoliberal en materia de normativa laboral, la reforma fiscal, la reforma en el sistema de pensiones, en la sanidad pública o el sistema educativo, no son en absoluto medidas coyunturales que el Gobierno apruebe de manera transitoria para salir al paso de la actual crisis económica global, sino que son reformas que afectan a la estructura política, económica, social y laboral misma del Estado, y cuya duración se prolongará en el tiempo durante varias generaciones, si no de manera definitiva. El desafío de la burguesía (nativa y extranjera) contra las clases trabajadoras del Estado Español está lanzado, y su éxito dependerá, por supuesto, de la mayor o menor resistencia que éstas puedan oponer a la implantación del nuevo modelo de Estado neoliberal que se está gestando, un modelo de Estado absolutamente lesivo para sus intereses como clase trabajadora, mucho más lesivo incluso que el actual modelo burgués fundamentado en el conocido como “Estado del bienestar”.
Si queremos avanzar hacia un sistema de igualdad, equidad y libertad, no podemos permitir que el Estado retroceda justamente hacia el otro extremo: el neoliberalismo más salvaje y despótico. No nos conformamos con el Estado del Bienestar, pero tampoco vamos a permitir que los capitalistas se apropien y desmantelen los pocos derechos civiles, políticos, sociales, económicos y laborales que hasta la fecha los movimientos sociales han conseguido arrancar de las manos del poder económico tras décadas, tras siglos de luchas.
Es hora, pues, de trabajar por una movilización general contundente, amplia y sostenida, que enfrente resueltamente los brutales planes neoliberales puestos en marcha tanto en el Estado español como a escala europea, abriendo con ello posibilidades de reorganización de los movimientos sociales en la perspectiva de avanzar hacia otro modelo de sociedad no capitalista más justa y equitativa para todos y todas. La Huelga General debe ser, en nuestra opinión, el primer paso, y para ello nada como tomar conciencia de que nos estamos enfrentando ante un desafío histórico al que obligatoriamente tenemos que dar una respuesta desde la unidad y desde una visión de conjunto del brutal ataque que estamos sufriendo de manos del neoliberalismo y su gobierno de turno.
Sabemos que no serán las organizaciones sindicales burocráticas aliadas al poder, y traidoras de la clase obrera, como la aristocracia obrera del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), quienes lo hagan. Es el momento de la batalla, de que el campo popular organizado, a través de los partidos políticos de la izquierda anticapitalista, los sindicatos combativos y los movimientos sociales, tome las calles y los espacios públicos. Es hora de hacerles saber que el poder y la soberanía residen verdaderamente en el pueblo.
¡Huelga general ya! ¡Viva el pueblo trabajador!
Anibal Garzón.
Carlos García.
Diana Cordero.
Manuel Márquez.
Maurício Castro.
Pedro Antonio Honrubia Hurtado.
Teo Navarro.
Miembros del Colectivo Editorial de Kaosenlared.
lunes, 24 de mayo de 2010
El FMI ha venido para quedarse: brutal ataque neoliberal contra el Estado Español
El FMI ha instado hoy al Gobierno Español a aplicar reformas "urgentes y decisivas" para "reequilibrar la economía" e "impulsar la confianza", entre las que destacan las peticiones de incrementar la flexibilidad del mercado laboral, lograr la consolidación fiscal, así como la de reformar y consolidar el sector bancario para reforzar su solvencia y eficiencia.
No hace falta ser demasiado astuto para darse cuenta, a la luz de los últimos acontecimientos, que estos avisos del FMI son el paso previo para que el gobierno neoliberal de Zapatero vaya implementando una por una las peticiones que se le hacen llegar desde sus amos en Washington.
Estemos, pues, preparados para el nuevo paquete de reformas neoliberales que han de llegar de manera inminente, con una reforma laboral y un paquete de medidas fiscales que podrán en jaque el Estado del bienestar, y, con ello, muchos de los logros alcanzados por el movimiento obrero en décadas de lucha por la defensa de sus derechos e intereses económicos y laborales.
Sepan de antemano que cuando el FMI habla de reformas laborales, está hablando, sin tapujos, de una regulación en el marco de las relaciones laborales que dé plena libertad a los empresarios para despedir y contratar fuerza de trabajo a su antojo, con un abaratamiento de los costes del despido, una flexibilización de la normativa jurídica para permitir la aceleración de los procesos de despido, y, sobre todo, nuevos marcos contractuales para fomentar el trabajo precario y establecer nuevos mecanismos que permitan al empresario encontrar las fórmulas necesarias para reducir el coste de los salarios. Todo ello, supuestamente, con el fin de agilizar el "mercado" de trabajo para que aumente así el ritmo de contrataciones y la creación de empleo. Viejos eufemismos que esconden un aumento regulado de la explotación laboral, aumentando la legitimación legal de la misma.
Sepan también de antemano, que cuando el FMI habla de lograr una consolidación del régimen fiscal, esto pasa por aumentar los impuestos directos e indirectos a las clases trabajadoras, mientras se descarga la presión fiscal sobre empresas y grandes patrimonios con el fin de, supuestamente, fomentar la inversión y permitir así la creación de nuevos puestos de trabajo. Viejas recetas para que los ricos no se lleven su dinero a terceros países en tiempos de crisis, haciendo recaer con ello la recaudación de dinero público casi exclusivamente sobre las espaldas de los trabajadores, desempleados y pensionistas.
Sepan, por supuesto, que nada de lo aquí escrito nos lo estamos inventado nosotros, sino que es el manual de acción neoliberal que han seguido todos los países que han tenido que hacer frente a este tipo de peticiones del FMI durante las últimas tres décadas, tanto en el mundo desarrollado, como, sobre todo, en los países empobrecidos de la periferia capitalista. La década de los 90 en América Latina fue un buen ejemplo de ello, aunque los hay muchos más en todas las partes del mundo, desde las medidas aplicadas por los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en Reino Unido y los EEUU desde principios de los 80, a las múltiples imposiciones hechas a todos y cada uno de los países africanos a través de los denominados Programas de Ajuste Estructural (PAE). Eso, ni más ni menos, es lo que está sufriendo ahora el Estado Español: un Programa de Ajuste Estructural en toda regla impuesto por el FMI y sus palmeros. Neoliberalismo en su más pura esencia.
"No es momento para aumentar los impuestos a los ricos", decía recientemente Zapatero en sus consejo de ministros. Ahora, pues, pueden saber por qué: es momento de aplicar el manual neoliberal que desde el FMI y la UE están imponiendo al protectorado español ahora gestionado por Zapatero. El primer paso ya se ha dado con el paquete de recortes aprobado por el Gobierno la semana pasada. Ahora vienen de manera inminente el resto de medidas obligadas por el FMI y la UE, reformar las leyes que regulan "mercado" laboral y aumentar la presión fiscal de los trabajadores y trabajadoras. El aumento del IVA previsto para el próximo mes es sólo el primer paso de una cadena de reformas que van a dejar al Estado Español en manos de las instituciones financieras internacionales y los mercados de la especulación capitalista del mundo globalizado.
El Estado Español está sufriendo el peor ataque neoliberal que se recuerda en toda su historia, y los sindicatos del régimen siguen pensando que no hay espacio aún para una Huelga General. También ellos, obviamente, son conscientes de que no hay más remedio que obedecer lo que mandan desde el FMI y la UE, pues el Estado Español hace mucho tiempo que perdió su soberanía e independencia económica, y, entre otras cosas, enfrentarse a lo que ordenan desde el FMI y la UE supondría perder las jugosas subvenciones públicas de las que viven y se alimentan estos sindicatos entreguistas y traidores de la clase obrera.
O hacemos algo de manera urgente para combatir este brutal ataque neoliberal, o podemos acabar como Argentina en el año 2000, y no es ninguna exageración. Ustedes mismos.
Shock, Circo y neoliberalismo
El Consejo de Ministros aprobó ayer el Real Decreto de medidas de “ajuste del déficit”, que incluye un recorte de las retribuciones de los funcionarios del 5% de media y la congelación de las pensiones, salvo las mínimas y las no contributivas, entre otras medidas de “ahorro” en el gasto público. Un paquete de medidas neoliberales cuyo objetivo no es otro, por más que los medios de desinformación traten de convencer a la opinión pública de lo contrario, que el hacer pagar a los trabajadores y trabajadoras los costes de una crisis económica provocada por la avaricia del capital, mientras que aquellos que ganaron millones y millones de euros mientras duró la fantasía capitalista que se apoderó del Estado Español durante una década, se quedan con los bolsillos llenos y con sus fusiles apuntando al futuro en espera de una nueva oportunidad para seguir saciando a manos llenos sus ansias de dinero.
Ahora bien, el gobierno de Zapatero ha sabido escoger perfectamente la fecha para aprobar en su consejo de ministros el paquete de medidas neoliberales que nos han metido doblado en el día de ayer, sin que ello haya causado demasiado impacto emocional en esa misma población trabajadora contra las que van directamente destinadas estas medidas. El menú del día venía bien cargadito de noticias amortiguadoras para que así fuese. No faltaba de nada, desde el desayuno hasta la cena, postres incluidos. Veamos:
Por la mañana nos desayunábamos la noticia de que el más malo de los malos, entre los malos de ETA, había sido detenido. “Sigo en paro, pero hoy soy un poco más feliz”, “Ahora me siento mucho más seguro, me da igual la crisis”, fueron algunas de las reacciones inmediatas que se pudieron leer en diversos foros de Internet nada más conocerse la noticia. Al medio día, el almuerzo nos los servían con la lista de convocados del seleccionador español para el mundial de Sudáfrica. “Valdés sí, Valdés no”, “Todos con la Roja”, “A por ellos”, “Aquí no hay diferencias, todos a una con la selección”, resonaba a la hora de la siesta por todos lados, entre debates, tertulias, y amplios reportajes en todos los medios de comunicación. Para merendar, un torero catalán salía a hacer el paseíllo en la plaza de toros de Madrid con una bandera de Cataluña al hombro y una barretina. “Por la defensa de la fiesta nacional en la región catalana”, “Contra la iniciativa de los nacionalistas que quieren acabar con la cultura española”, aplaudían al torero desde diversos ámbitos mediáticos. Y ya para cenar, con la barriga bien llena, la aprobación del plan de ajuste neoliberal de Zapatero nos llegó por fin, calentito, eso sí. ¿Les pareció suficientemente sabroso el menú?
Decía Naomi Klein que no hay nada como generar un shock emocional en la población para que el neoliberalismo pueda hacer llegar sus propuestas a la ciudadanía sin que ésta se sienta especialmente dañada por ello; que el shock emocional causado por terceras razones, mitiga el impacto que puede tener el anuncio de ciertas medidas que de otra manera pudieran resultar impopulares y generar zozobra, descontento y ganas de protesta entre la ciudadanía. Un población en estado de shock, es una población que puede ser sometida con mayor facilidad, una población a la que se le habrá anulado su capacidad de respuesta, o, cuando menos, se le habrá mitigado bastante. La historia del neoliberalismo es la historia de la doctrina del shock. Ayer en Estado Español tuvimos buena muestra de ello.
Si hay tres temas en el Estado Español capaces de generar por sí mismos profundos impactos emocionales en la ciudadanía, esos son, sin duda, la mención a la organización armada ETA, una referencia a la confrontación de la españolidad con los ataques provenientes del nacionalismo periférico, y, por supuesto, la selección española de fútbol. Cualquiera de ellos, por separado, no deja jamás indiferente al españolito medio, de cual, con solo nombrarlos, se podrá recibir una respuesta inmediata. Si además juntamos los tres en un mismo día, en fin, ya se pueden imaginar, pueden dar por cerrado cualquier otro debate estatal, que no habrá el mínimo espacio para ello en la preocupación del españolito medio. Bien lo sabe Zapatero y su equipo de gobierno. Bien lo saben los medios de desinformación en manos de la burguesía. Bien lo sabe, en definitiva, quien escogió la selección de acontecimientos para un día donde el Estado y sus trabajadores/as habían de recibir uno de los mayores envites del neoliberalismo que se recuerdan.
Shock y Circo. Así fue el día de ayer en el Estado Español. Shock para atormentar al personal con sus propios temores interiorizados durante años por el discurso dominante, y circo para poner algo de color a una jornada donde todo pintaba realmente negro. Y sí, estoy diciendo que el Gobierno sabía muy bien lo que hacía presentando su plan de ajuste en la misma jornada que desde hace meses se sabe que el seleccionador español de fútbol daría su lista de convocados. Y, por supuesto, estoy diciendo que las fuerzas de seguridad españolas y francesas sabían perfectamente lo que hacían cuando ordenaban detener a uno de los líderes de ETA justo en el día de ayer, y no un día antes o un días después. Lo del torero probablemente haya sido un añadido perfecto al menú que ni ellos mismos habrían tenido en cuenta, pero que les ha venido de perlas. Entre eso, y las decenas de miles de personas que andaban por Sevilla celebrando en las calles la victoria de su equipo de fútbol en la copa del Rey (cuando el 1 Mayo no había más de 5000 personas en la más mayoritaria de las marchas convocadas), de lo que menos se pudo hablar ayer fue del plan de ajuste de Zapatero, o, mejor dicho, en lo que menos pensaron los trabajadores y trabajadoras, desde la mañana hasta la noche, fue en plan neoliberal de Zapatero.
Y es que cualquier medida de precaución es buena ante lo que se les pudiera venir encima a la burguesía si los trabajadores y trabajadoras tomaran realmente consciencia del brutal ataque neoliberal que todos y todas estamos sufriendo.
Así que ya lo saben, shock y circo… y el plan de ajuste neoliberal, con perdón, por el culo te lo hinco.¡Qué les aproveche!
No pasa nada, nunca pasa nada
Es la norma básica del capitalismo: privatizar beneficios, socializar pérdidas. Es condición necesaria para la existencia del sistema: que los ricos no dejen de ganar nunca a costa de que los trabajadores y trabajadoras asuman siempre los costes de cualquier tipo de perturbación en los “mercados”. Es la ley natural del neoliberalismo: que el Estado ahogue a lxs ciudadanxs con menor poder adquisitivo, para que los grandes bancos y demás empresas privadas de envergadura no asuman ni un ápice del costo de cualquier “crisis” económica que se pueda generar. Es el paradigma de nuestro mundo: pisar al débil para que el poderoso burgués pueda seguir siempre creciendo y hacia adelante.
Pasó en América Latina, donde los gobiernos neoliberales de todo tipo llevaron a los pueblos a la ruina más absoluta, y está pasando ahora en el corazón de la todopoderosa Europa. Y pasará siempre, en cualquier parte del mundo, mientras el capitalismo siga vivo. La especulación de los ladrones y explotadores sin escrúpulos que ganan diariamente montañas de dinero, acaba siempre, antes o después, recayendo sobre las espaldas de las clases trabajadoras de aquí y de allá, de un lado y del otro, sin que nadie entre la clase burguesa dirigente parezca tener la más mínima preocupación por ello.
No pasa nada, nunca pasa nada. El capitalismo es un sistema económico caduco, nefasto y absolutamente ficticio. Un sistema económico que no es capaz de producir riqueza sobre una base estable y consolidada según sus propias reglas de “mercado”. Un sistema que es en sí mismo una burbuja de proporciones planetarias, y cuyo sostenimiento solo es posible a través del engaño financiero, la explotación laboral, el robo de recursos ajenos, y, en definitiva, la creación de riqueza ficticia, absolutamente desligada de la economía real, que, antes o después, acaba por esfumarse entre las manos de los especuladores. Es un sistema que no se puede sostener salvo por la explotación de unos países sobre otros, causando miles y miles de millones de pobres y hambrientos en todo el mundo, y cuya existencia depende en última instancia de los favores que todos los Estados ricos y explotadores hacen a las clases burguesas que los dirigen en la sombra. Unos favores que, obviamente, o bien salen directamente del bolsillo de los contribuyentes (vía ayudas y rescates), o bien cargan sobre la espalda del trabajador (vía recortes). En menos de dos años, en el Estado Español hemos tenido favores de ambos tipos.
Pero no pasa nada, nunca pasa nada. Ahora habrá quien justifique, desde la clase trabajadora, que sean los funcionarios y pensionistas quienes tengan que asumir el mayor coste de los recortes sociales que nos acaba de meter doblados el socialista Zapatero. Habrá quien diga que por algo son los costes de estos pagos dos de las principales partidas presupuestarias sobre las que realmente puede intervenir un gobierno para generar efectos reales en el recorte del gasto público, en busca de una reducción del déficit. Los aparatos mediáticos de la burguesía ya llevan tiempo manos a la obra difundiendo tal mensaje por activa y por pasiva, poniendo en bandeja del aborregado ciudadano los argumentos que ahora deberán esgrimir para contrarrestar la rabia social de quienes van a sufrir directamente los principales recortes presentados. Ya se puede ver en cualquier foro donde se hable sobre el plan de ajuste griego que nos acaba de plantar Zapatero en toda la cara. Alzan sus voces lacayas, sumisas y serviciales para defender con vehemencia la doctrina neoliberal que está llevando al mundo al borde del colapso, porque no otra cosa es lo que Zapatero nos acaba de enchufar a grandes dosis y sin miramientos. No pasa nada, nunca pasa nada.
Otros tal vez protesten interesadamente con miras a las próximas elecciones, pensando en la caída del gobierno actual, en los réditos políticos que les podrá dar ahora su demagogia barata del tres al cuarto. Su solución: el neofranquista y ultra neoliberal Partido Populista. Allá verán la esperanza. Justo allá, donde los recortes sociales, la privatización, la desregulación de los mercados y la liberalización comercial son dogmas de fe. Allí donde el fomento de las burbujas más escandalosas y descaradas, donde la legitimación legal del trabajo precario y donde la venta parcela a parcela de lo poco productivo que aún pueda quedar en manos del Estado, es santo y seña de la casa. Allá mirarán, donde se encuentran quienes llevaron al Estado a una realidad fantasiosa, propia de un Alicia en el País de las Maravillas cualquiera, que por una década generó billones de euros en beneficios para los especuladores y banqueros, con algo de trabajo precario para algunos obrerxs que llegaron a creerse realmente burgueses, y que ahora están engordando las listas del paro, o viendo como todo el peso de la crisis acabará por caer sobre sus espaldas, preguntándose cómo es posible que su suerte haya podido cambiar tanto de un año para otro. Siempre estuvieron en crisis, nunca fueron nadie, esa es la única verdad. Pero no pasa nada, nunca pasa nada. Voten Partido Popular.
La lucha de clases no existe, es un discurso del pasado. ¿Cuántas veces habremos tenido que escuchar tal argumento en boca de ciudadanos y ciudadanas de la clase trabajadora? Pues ahí llevan lucha de clases, a boca llena, hasta que se indigesten. Otra vez se están riendo de usted, mientras usted les hace palmas. Vaya, vaya a los barrios burgueses de sus ciudades, a la casa de los señoritos terratenientes de sus pueblos, vaya y mire bien dentro: verá y entenderá lo que es la lucha de clases. Mientras usted se tiene que apretar el cinturón obligado por el gobierno, si es que acaso puede usted tener si quiera cinturón que apretarse, allí verá la holgura que da los tirantes a quienes viven de la explotación del trabajo ajeno, de la especulación y de los rescates a manos llenas del gobierno burgués. Vaya y mire dentro. Pero tranquilo, no pasa nada, nunca pasa nada. Es, sin más, la situación natural del capitalismo. Quédese tranquilo.
La lucha de clases ha muerto, sí, pero solo para la conciencia del obrero. Hace mucho que los burgueses la dominan a su antojo mientras a usted simplemente le queda aplaudir los goles que le meten en su propia portería, apretarse el cinturón y votar indistintamente a los dos partidos burgueses que periódicamente se reparten el gobierno del Estado burgués, eso sí, en democracia. ¿Huelga general para qué? El que aún conserve su trabajo la aprovechará para irse a la playa. Que allí sí pasan cosas, muchas cosas. Ya lo vimos el primero de Mayo. Igual suena mal decirlo, pero, de momento, tenemos lo que nos merecemos, y punto. No pasa nada, nunca pasa nada. A joderse toca, que hay fútbol el domingo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)