sábado, 19 de diciembre de 2009

La farsa electoral hondureña al descubierto


Seguimiento, comparativas y proyecciones de los resultados dados por el TSE hondureño el pasado 29 de Noviemebre y los datos que a posterioridad han ido haciendo públicos mediante sucesivos informes públicos y los datos del conteo aparecidos en la propia web del TSE. La farsa de la "alta participación", según vendieron al mundo la noche del 29 de noviemebre, al descubierto...

http://www.kaosenlared.net/noticia/continuan-cayendo-mascaras-farsa-electoral-honduras


http://www.kaosenlared.net/noticia/29-noviembre-honduras-gran-farsa-descubierto-segun-datos-propio-tse

De matrimonios católicos, sexualidad y comportamientos anti naturales


I

Dice el Papa Benedicto XVI que el matrimonio homosexual es anti-natura. Que un hombre se case con otro hombre, o una mujer con otra mujer, no tiene cabida para esta gente de moral intachable e imperturbable en eso que ellos llaman la "ley natural", una ley que es distinta a la ley revelada, y que está vigente en aquellas cosas que los seres humanos podemos conocer por medio de la razón; es decir, lo que está al alcance de la razón sin recurso a la fe. En pocas palabras, es algo así como el conocimiento intuitivo, cuyos preceptos se captan a través de una reflexión racional para con uno mismo, que ha de tener todo ser humano acercca de la validez universal que se desprende de las principales doctrinas morales asociadas a la fe católica, pues estas estarían impresas en nuestra naturaleza existencial más profunda. Si usted no las ha encontrado aún, no se preocupe, es que simplemente no ha dedicado suficiente tiempo para buscarlas. Pero estar, están. Ya se encargan los Papas, auténticos Sherlock Holmes para con estas cuestiones, de buscarlas por usted, encontrarlas de todas, todas, y recordárselas. No hay un solo precepto de la ley moral natural que pueda escapar a las sabias exploraciones de estos representantes de Dios en la tierra.

Total, que ya lo saben, el matrimonio homosexual es contra natura y punto. Lo ha dicho el Papa. No se atreva usted a contradecirlo, o vaya preparando abundante crema solar del 50 para cuando le toque la hora de cruzar las puertas del infierno. Pero no solo es anti-natura, también es anti-natural. La naturaleza, ente sabio donde los haya, aunque, por supuesto, no más sabio que Dios, que por algo fue quien la creo a partir de sí mismo y de su inagotable sabiduría e imaginación (un día que estaba aburrido y solo para demostrar que era superior a Chuck Norris), ha dotado a la especie humana de machos y hembras no por capricho, sino para que estos puedan casarse, fornicar, tener hijos y todas esas cosas que ya ustedes conocen. Tan sabia es la naturaleza que a donde a uno le puso un palito, a la otra le puso un agujerito. Y tanto monta, monta tanto, que “si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta”. Como decimos, la naturaleza es sabia (la autora de la cita anterior no, pero qué vamos a hacerle).

II

Ahora bien, a Dios, en su inagotable sabiduría, se le pasó por encima un detalle en el momento de la creación: convertir también el matrimonio católico en algo natural. ¿O acaso los seres humanos ya nacemos casados por la Iglesia? Es más, ¿cuántos animalitos conocen ustedes que hayan pasado por la vicaría? No, no parece que el matrimonio católico, visto así, desde los fundamentos biológicos de nuestra existencia, o desde las pautas que se dan de forma mayoritaria entre el global de las especies animales que habitan en el conjunto de la naturaleza, sea algo que se pueda considerar como muy natural. Es más, podríamos decir que todo lo contrario.

Si, según la ciencia, existen en torno a 1.000.000 de especies animales conocidas, y solo una de ellas, que se sepa, tiene entre sus conductas vitales hacer uso de este tipo de matrimonio católico, esto quiere decir que tan solo el 0,000001% de las especies animales existentes tienen entre sus comportamientos el casarse según dictan las normas de la Iglesia. Si, como deciamos antes, se sabe además que los miembros (y miembras) de esa única especie no nacen ya casados por tal rito, sino que es algo que han de realizar a lo largo de sus respectivas vidas, y a la misma vez se sabe que más de dos tercios de esos miembros (y miembras) de la especie humana no profesan la religión católica y, por tanto, quedan descartados de tal grupo, la cosa va quedando en un marco cada vez más reducido y antinatural. Si encima buena parte de los que supuestamente viven en naciones donde tal religión es mayoritaria, y aun habiendo sido bautizados en dichas creencias, tampoco optan finalmente por casarse según marca la doctrina católica, el tema ya es chistoso. De natural tiene poco o nada, más bien nada.

III

No, no me he vuelto loco. Tampoco estoy tratando de reírme de la inteligencia del lector, todo lo contrario. Si absurdo es el razonamiento anterior, que lo es, igual de absurdo resulta todo aquel razonamiento que trate de equiparar la sexualidad humana con los comportamientos de la naturaleza, o con las pautas mayoritarias presentes en el conjunto de esta. La sexualidad humana, al igual que la institución del matrimonio católico, no es algo natural, sino cultural. Así que hablar de sexualidad humana o de matrimonio católico es hablar en ambos casos de una misma cosa: la cultura humana.

Por ello, al igual que ocurre en el caso de los enlaces matrimoniales o de parentesco, son las reglas culturales de unos y otros pueblos del mundo quienes determinan cuáles son los comportamientos sexuales aceptados como válidos y socialmente reconocidos en el seno de una determinada comunidad humana. La ciencia antropológica ha dado buena cuenta de ello en sus estudios a lo largo y ancho del Planeta entre la multitud de culturas existentes. Salvo algunos tabús que parecen estar presentes en la práctica totalidad de las culturas, como es el caso del incesto (aunque tal concepto varía según la cultura en cuestión), las prácticas sexuales son tan variadas como pueden serlo las prácticas matrimoniales, o las prácticas gastronómicas. De hecho, bajo un análisis cultural, la sexualidad sería a la reproducción algo así como lo que la gastronomía es a la alimentación: una práctica cultural vinculada a unos determinados fundamentos biológicos, pero no por ello una práctica biológica.

Es decir, que haya un fundamento biológico que sustente de alguna manera tales prácticas culturales (bien por la satisfacción de necesidades biológicas, bien por su relación con el placer captado a través de los órganos sensoriales), no implica en ningún caso que el modo diverso en como las diferentes culturas del mundo las llevan a cabo sea una cuestión natural y no algo culturalmente determinado y delimitado. Una cosa es la cultura y otra muy distinta los fundamentos biológicos que se puedan dejar entrever a partir de ciertas prácticas humanas vinculadas con esta.

En consecuencia, cualquier argumento que trate de relacionar, en una misma disertación lógica, sexualidad y naturaleza, para obtener a través de ello una conclusión acerca de lo antinatural que resulta una determinada práctica sexual, será igual de válido (o de absurdo) que aquellos otros argumentos, como el dado por mí con anterioridad, que traten de equiparar matrimonio católico y naturaleza para tales efectos: lo que es cultural es cultural, y queda exento, en cuanto a tal, de cualquier vínculo real con las leyes de la naturaleza.

No hay, pues, una ley natural para la sexualidad, como no hay una ley natural para el matrimonio. Lo único que hay son leyes morales, comportamientos e instituciones culturales, nada más.

IV

Pero incluso si aceptásemos con válida la falacia que trata de vincular el matrimonio homosexual con las leyes de la naturaleza o con aquellos comportamientos determinados naturalmente que a su vez son mayoritarios en el conjunto de las especies animales existentes, el matrimonio homosexual no sería menos anti-natural que el matrimonio católico.

Un matrimonio católico se define por ser un vínculo entre un hombre y una mujer, sustentado, por tanto, en una relación de monogamia y monoandria, en cuyo compromiso se juran fidelidad eterna tanto desde una perspectiva sexual como desde una perspectiva de proyecto de vida “hasta que la muerte los separe”. Ahora bien, ni la monogamia, ni la monoandria, y mucho menos la fidelidad sexual, son comportamientos habituales en la naturaleza, sino todo lo contrario.

Según se sabe por estudios llevados a cabo entre biólogos y etólogos, sólo el 5% de los mamíferos, nuestros parientes más directos, son monogámicos. Entre los insectos, que cuentan con el mayor número de especies animales existentes, apenas si se han constatado unos pocos casos de relaciones monogámicas. Únicamente en el caso de las aves parece ser un comportamiento más extendido. Incluso entre los seres humanos, según un estudio de estructura social que abarcaba 238 diferentes sociedades humanas alrededor del planeta del antropólogo George Murdock, el matrimonio monógamo estaba presente en solo 43 de ellas; esto es, un porcentaje de alrededor del 16%. Tenemos, pues, un 84% de sociedades humanas que no han debido profundizar los suficiente en la búsqueda de la "ley natural" de la que el Papa nos habla como máxima guía y referente. El infierno no va a tener hueco suficiente para tanto pecador.

Pero si extraños son los comportamientos monogámicos en la naturaleza, mucho más extraños aún resultan los comportamientos animales sustentados en una fidelidad sexual macho/hembra. Incluso entre las especies que se consideraban monogámicas hay pocas, si es que hay alguna, que sean realmente monogámicas desde una perspectiva sexual. Diversos estudios científicos han puesto de manifiesto que en multitud de ocasiones los machos de una determinada pareja animal cuidan hijos que no han sido engendrados por ellos mismos. David P. Barash explica bien este tema en su famoso artículo “desinflando el mito de la monogamia”. En el mundo animal, al igual que ocurre en tantas ocasiones en el mundo de los humanos, la monogamia “social” no se corresponde con una verdadera monogamia “sexual”. La inmensa mayoría de las especies que han sido identificadas por los científicos como monógamas, son en realidad promiscuas desde una perspectiva sexual, y esto afecta por igual tanto a machos como a hembras, según la especie en cuestión. Las pruebas de ADN hechas por los científicos a las diversas especies consideradas monogámicas han ido demostrado que si bien algunos animales son socialmente monógamos, establecen relaciones estables, sexualmente apuestan por la poligamia; incluso los cisnes y los gansos, que hasta ahora se tomaban como ejemplos de fidelidad en el reino animal, resulta que les ponen los "cuernos" a sus “cónyuges”.

Así que, sabido esto, podemos afirmar con toda rotundidad que si la homosexualidad es tachada por estos señores de rancia sotana como un comportamiento anti-natural, a pesar de ser conocido también que existen abundantes muestras de comportamientos homosexuales en determinadas especies animales, no es en realidad menos anti-natural que cualquiera de las principales características de lo que se conoce como un matrimonio católico. De hecho, no hay nada más antinatural, en lo que se refiere a comportamientos sexuales, que la fidelidad sexual, santo y seña del matrimonio católico tradicional. Pero no verán ustedes a ningún Papa diciendo que tal cosa atenta contra la ley natural o es un comportamiento contra-natura. Son así de hipócritas.

V

Por supuesto, todos estos argumentos, como ya se ha dicho antes, dejan de tener cualquier tipo de validez lógica desde el mismo momento en que se acepta que las conductas sexuales de los seres humanos, a diferencia de las que tienen la inmensa mayoría de las especies animales existentes, son una manifestación más de la cultura humana, y no un rasgo propio de su naturaleza.

Nada puede haber anti-natural en la sexualidad humana, como nada puede haber antinatural en las relaciones matrimoniales o de parentesco que se establezcan en las diferentes sociedades existentes. Lo único que hay, como mucho, son comportamientos sexuales contra-culturales o que no van en la linea de los comumente desarrollados por la mayoría social. Lo que los católicos llaman un comportamiento anti-natural, en realidad no es más que un comportamiento opuesto a la moralidad mojigata y represiva que históricamente el catolicismo ha impuesto a las prácticas sexuales de aquellas sociedades donde ha estado presente. Nada más. Y nada menos.

Afortunadamente, las leyes civiles poco a poco han ido apartándose de la senda impuesta por esta moralidad represiva. La aprobación del matrimonio homosexual que cada vez se va extendiendo por más rincones del mundo, así como la despenalización de la misma práctica de la homosexualidad, es sólo una muestra más de este avance hacia una sociedad verdaderamente liberada desde una perspectiva sexual, que no solo debe respetar las prácticas sexuales de todos sus ciudadanos y ciudadanas (siempre y cuando sean prácticas voluntarias y mutuamente consentidas entre personas adultas y en uso de sus plenas facultades mentales), sino que además debe ajustar necesariamente su legalidad civil a las diversas realidades sentimentales y/o matrimoniales que puedan derivarse de ello. No queda otro camino si abordamos la cuestión desde una perspectiva de derechos humanos, la auténtica y verdadera "ley natural" por la que deberíamos regirnos todas las sociedades del planeta.

VI

Por cierto, que para comportamiento verdaderamente antinatural, la abstinencia sexual a la que se ven obligados curas y monjas. Eso sí que no lo encontrarán en una sola especie de la naturaleza.

Otra muestra más de lo absurda que puede llegar a ser a veces la cultura humana. Sobre todo si tiene su amparo en eso que el Papa y los suyos llaman la "ley moral natural", que en realidad es, naturalmente, cualquier cosa menos natural.

martes, 15 de diciembre de 2009

De secuestros, "españoles-de-bien" e hipocresía


¡No salimos de una y ya estamos metidos en otra! Comentaba alguien, entre cerveza y cerveza, en la barra de una céntrica cafetería granadina. ¡Sí, es verdad, sí! respondía su acompañante. ¿Hablaban de las crisis periódicas del capitalismo?, ¿de las empresas con beneficios que lanzan EREs como quien hace churros?, ¿de las guerras imperialistas? Nada que ver. Hablaban, muy apenados, del secuestro de “compatriotas” en tierras africanas. ¿Qué le habremos hecho los españoles para que nos traten así? Se preguntaba finalmente uno de estos analistas políticos de tapita y cerveza fría.

Hablaban, claro, del secuestro de tres cooperantes españoles en Mauritania, reivindicado supuestamente por Al Qaeda en el Magreb. La cercanía en el tiempo con el secuestro en aguas de Somalia del atunero vasco “Alakrana”, hacía lo demás. Después de todo el lío mediático y político que se formó con el caso del pesquero, la noticia del secuestro de estos tres cooperantes, otra vez en tierras africanas, no ha hecho más que aumentar la indignación de tantos “españoles-de-bien” que sufren por cuanto le pueda suceder a cualquier otro “español-de-bien” allende las fronteras patrias.

En esa categoría, por supuesto, no quedan incluidos los ciudadanos del Estado Español recientemente detenidos en Grecia por la policía de aquel país en las jornadas de protesta vividas por el aniversario del asesinato de un joven griego a manos de la policía, o algunos otros “compatriotas” que fueron detenidos en su momento por participar en la lucha contra el Golpe de Estado en Honduras. Nadie, ningún “español-de-bien”, mucho menos la prensa “española-de-bien”, se preocupará por la situación en la que han quedado o quedaron esos detenidos tras el hecho. Si usted se quiere enterar de las condiciones en que han sido tratados estos ciudadanos, o cuál es el futuro legal que les espera, más vale que conozca a alguien de su familia, de lo contrario no espere nada. ¡Algo habrán hecho para estar así! Dirán lo “españoles-de-bien”.
En cambio, siempre que haya de por medio algún enemigo al que poder atacar y del cual sacar rédito políticamente, a nivel de política interna o internacional, la cosa será bien diferente. Noticias y más noticias, portadas y más portadas, artículos de opinión, editoriales, reportajes especiales, entrevistas a los familiares, en fin, toda la parafernalia típica en la cobertura de los “dramas” que pueden tener algún tipo de interés mediático, ya sea por sus réditos políticos, ya sea por el nivel de morbo que desata en la población y las altas audiencias que genera. Los políticos hablarán y hablarán del asunto, darán ruedas de prensa, harán sus tours por las cadenas de televisión y de radio que los llamen para opinar al respecto, buscarán el modo de adecuar su discurso a la coyuntura sociológica del momento, y no dudarán en usar a las (pobres) víctimas de estos sucesos para aspirar a arrancar algunos votos a sus contrincantes, o para atacar impiadosamente a quienes así lo estimen oportuno, sobre todo sin hablamos de “piratas” o “fundamentalistas”. Y una mayoría de la población, la de los “españoles-de-bien”, aplaudirán a unos y otros. Todo sea por el bien de la patria, la seguridad y la vida de los “españoles-de-bien”.

Si algunas voces se alzan pidiendo que se realicen ataques militares contra los que han tenido la osadía de secuestrar un barco español, contra esos "negritos-muertos-de-hambre" que se han atrevido a profanar suelo español (como tal consta un barco con bandera española según la legalidad establecida), si se pide que se los castigue sin piedad y se los persiga hasta verlos muertos en sus propios países, incluso con intervención de las fuerzas de la OTAN, los “españoles-de-bien” dirán, ¡oh sí!, ¡todo por la patria!. Si días más tarde varios guardias civiles españoles son arrestados en aguas gibraltareñas por las fuerzas de seguridad del peñón, nadie dirá que hay que atacar militarmente a los llanitos, no vaya a ser que al ejército británico le dé por responder, y la liamos. Cuando ciertos barcos españoles fueron arrestados en aguas canadienses en la llamada “Guerra del Fletán”, con Canadá a un paso de declarar oficialmente la guerra a España, tampoco hubo nadie, entre los “españoles-de-bien”, que se plantease atacar a los cuerpos canadienses que habían secuestrado los barcos españoles (declarado oficialmente por la propia España y toda la UE en su conjunto como un acto de piratería). Claro, estos tampoco son “negritos-muertos-de-hambre” que no pueden defenderse. Los “españoles-de-bien” son tipos duros, pero no tontos. El matón de la clase nunca golpea al matón de la clase de un curso superior al suyo.

Si un tipo sale en televisión diciendo que hay que matar a 15 o 20 terroristas para liberar a los cooperantes españoles retenidos en Mauritania, los “españoles-de-bien” no se echarán las manos a la cabeza. Todo lo contrario. Si ese tipo es (supuestamente) atacado días después por un desconocido, saldrán en masa a darle su solidaridad y a defender su derecho a la libertad de expresión. ¡Como si hay que matar a 15 o 20 mil! Pensarán. Si mañana alguien saliese diciendo que el ejército español debe ir a Mauritania a perseguir, atacar y masacrar a Al Qaeda, como el ejército de los EEUU hizo en su momento en Afganistán, a los “españoles-de-bien” no les parecerá una medida excesiva, siempre y cuando se pueda garantizar la seguridad de los secuestrados. Otra cosa es que exista un riesgo para los secuestrados en esa operación, ante lo cual, como ya ocurriese en el caso del Alakrana, algunos de estos “españoles-de-bien” se opondrán; como si la única vida que importa ahí es la de los españoles secuestrados y nada más.

En cualquier caso, siempre que haya un secuestro de un ciudadano español en tierras africanas a manos de sujetos no pertenecientes a grupos de poder vinculados con los intereses políticos o económicos de las burguesías españolas en la zona, el escándalo, impulsado desde los medios de comunicación, será mayúsculo. Los “españoles-de-bien” se conmocionarán por unos días y cualquier medida que se adopte para desagraviar a la patria, liberando a los secuestrados y ajusticiando a los secuestradores, será bien vista, por dura que sea, y entre o no dentro de la legalidad establecida. Pero, ¿qué ocurre si los secuestrados son africanos en tierras españolas? Pues nada, que va a ocurrir, nada: que los “españoles-de-bien” seguirán tranquilamente sentados en sus sofás, viendo fútbol, el diario de Patricia o los informativos de la primera, mientras enfrente de sus casas tienen a miles de seres humanos en condiciones más propias de animales que de personas.

Y como muestra un botón: Un 40% de los inmigrantes ingresados en los centros de internamiento sufre malos tratos físicos o psicológicos.

El informe “Situación de los Centros de Internamiento para Extranjeros en España. Conversaciones junto al muro”, dirigido por el psiquiatra Pau Pérez-Sales, nos dice con toda claridad que la situación en la que se encuentran los inmigrantes no comunitarios ingresados en estos pequeños “Guantánamo” situados en el mismo corazón de la “España-de-bien”, si no es un secuestro, es algo que se le parece mucho: “La vida en los CIE es insoportable. Hasta 250 personas están hacinadas en un espacio reducido, encerradas en una habitación con gente que no conocen de nada y con la incertidumbre de no saber qué harán con ellos. Ni siquiera saben si van a salir o no; si volverán a ver a sus familias o si les repatriarán a sus países. Además, en los CIE no se puede practicar ningún tipo de actividad. Está incluso vetado el acceso a Internet. La presión psicológica que sufren es muy dura", asegura en una entrevista el psiquiatra encargado de dirigir el informe.

Según asegura el informe, “siguen apareciendo de manera regular en diferentes centros las quejas por las condiciones de hacinamiento, alimentación, régimen de visitas o comunicaciones y otras recogidas en informes de prensa, organizaciones de la sociedad civil y defensor del pueblo, con protestas y huelgas de hambre en diferentes momentos”. Es decir, que no es una situación coyuntural, que no es algo que se dé una vez cada mucho tiempo, sino que es una situación continua y constante, de cada día, de cada noche, en la cual tienen que convivir como mejor pueden miles de personas al año. Pero no, aquí no hay escándalo ninguno.

El “español-de-bien”, indignado, enciende su televisión, enchufa su radio, compra su diario de la mañana, para saber qué tal va la situación de los (pobres) españoles secuestrados en África, mientras cierra su ventana para no tener que ver la situación en la que viven, enfrente mismo de su casa, miles de secuestrados (en su mayor parte africanos) en las condiciones más inhumanas y lamentables posibles. Algunos incluso, preocupados por esta noticia, han empezado a pedir que se aceleren los trámites de expulsión de los internos, que estamos en crisis y el Estado no puede soportar tanto gasto innecesario. Igual algún día, a esos mismos que hoy expulsan, se los acaban encontrando de piratas en Somalia, en las filas de Al Qaeda, o en cualquier otra de las múltiples formas que se puedan dar para secuestrar “españoles-de-bien” por aquellos tierras. Y volverán a escandalizarse.

El “español-de-bien” es así: un hipócrita por naturaleza.

Andalucía: prohibido existir


Hay que borrar el mapa a Andalucía. Esa es la consigna. No del mapa geográfico, obviamente no existe la tecnología necesaria como para hacer un corte por Despeñaperros y dejarnos a la deriva en el mar, cual nueva isla. Y aun existiendo, tampoco lo harían: les costaría muchos millones de euros dejar de hacer negocio diariamente con nuestros recursos económicos y humanos, dejar de usurpar nuestras riquezas y explotar el sudor de nuestras frentes.

Hay que borrarnos del otro mapa, del mapa simbólico; del mapa de las identidades nacionales con cultura propia. Es decir, del mapa a través del cual los pueblos se hacen naciones con derechos políticos. De ese mapa hay que sacar a Andalucía, cueste lo cueste. No vaya a ser que un día al pueblo andaluz le dé por levantarse y luchar de verdad, de una vez y para siempre.

No es nada nuevo. Andalucía es la comunidad autónoma más poblada del Estado Español. Es, por tanto, la que tiene un mayor número de votantes censados y a la que corresponden el mayor número de diputados en el Congreso Español, incluso después de haber metido la tijera y haber dado a Andalucía una ratio población/diputado muy por debajo de la media en el conjunto del Estado. Es también un granero de votos para los principales partidos españoles, especialmente el PSOE. Sin embargo, cada año que pasa, uno tras otro, todos los años igual, los andaluces contemplamos la triste realidad que afecta al papel de nuestra política autóctona en el conjunto del Estado: la palabra Andalucía no es si quiera pronunciada en los sucesivos debates sobre el estado de la “nación” que periódicamente se realizan en el parlamento español. Andalucía no existe. El silencio, ante tal hecho, de nuestras voces ciudadanas así lo confirma también: ni un solo diputado electo por Andalucía es de consciencia y obediencia andaluza. Culpa nuestra, por supuesto. Andalucía no existe, poco a poco tampoco para los propios andaluces/zas.

Pero no es de extrañar. Uno sabe cómo se llama, dónde ha nacido, quién es su familia, en fin, todo aquello relacionado con los aspectos circunstanciales de su vida porque algún día así lo aprendió, habiéndolo rememorada cotidianamente después según su propia experiencia existencial. Los Andaluces/zas quisimos un día saber cuál era nuestro nombre, de dónde veníamos, quiénes éramos, en fin, reconocer nuestra identidad, y así lo hicimos. Alzamos nuestras voces para preguntar, para exigir, para decir que aquí estábamos y que teníamos que ser escuchados. Fue un largo y farragoso proceso. Desde un 4 de Diciembre de 1977 a un 20 de octubre de 1981, pasando por un 28 de febrero de 1980. De la movilización de masas, a la aprobación formal del primer estatuto de autonomía, pasando por aquella prueba del referéndum para saber qué vía queríamos para el estatuto, si la opción de máximos (art. 151 CE), o la opción de mínimos (art. 143 CE). Queríamos la de máximos. Exigíamos la de máximos. Nos ganamos democráticamente la de máximos, pero nos condenaron, ya desde el principio, a la de mínimos.

Eran tiempos en que un partido nacionalista andaluz, llamado además, para más inri, socialista, lograba sacar grupo propio de diputados en el parlamento español. Tiempos en que la política andaluza ocupaba todo tipo de portadas e informaciones radiofónicas y televisivas a nivel estatal. Tiempos en que la política española, de España como estado y de sus diferentes naciones, se veía obligada a mirar con lupa todo lo que ocurría en eso que ellos siempre llamaron despectivamente “el sur”. Tiempos en que la voz de un pueblo humilde, trabajador, pacífico pero vigoroso, fue capaz de levantarse y pedir reconocimiento. Tiempos en los que las encuestas sobre temas identitarios arrojaban resultados como este: Sólo español (19%), más español que andaluz (6%), igual de andaluz que de español (47%), más andaluz que español (9%), sólo andaluz (18%). Tiempos, en definitiva, de consciencia política de un pueblo, tiempos en los que la identidad del pueblo andaluz pedía paso a voz llena. Pero ahí terminó todo.

Aquella afrenta, aquel desafío al Estado, aquella victoria política del pueblo andaluz frente a los poderes establecidos dentro y fuera de Andalucía, debía ser castigada. Andalucía, desde aquel mismo momento, debía dejar de existir. Miedo, mucho viendo. Y vergüenza, muy poca vergüenza.

El Estado Español no se podía permitir una nueva Euskal Herría, una nueva Cataluña, una nueva Galicia en Andalucía. ¡No! En Andalucía no. Andalucía es lo suficientemente importante dentro de la estructura económico-capitalista del Estado Español como para tenerla constantemente en un clima de crispación y enfrentamiento político con el Estado. Andalucía debía morir. Andalucía debía ser silenciada. Andalucía debía volver al redil, a comer de la mano de su amo, y a obedecer la voz de sus dueños burgueses dentro y fuera de Andalucía. Andalucía no podía, no debía tener voz propia. Había que silenciar Andalucía de una vez y para siempre. Había que prohibirle su existencia, negándole su identidad nacional.

La selección española de fútbol, que había jugado el mundial de 1980 en Madrid y Valencia, debía ir a jugar de manera perenne en Andalucía. Sevilla, aquella Sevilla que al grito de “solo queremos banderas andaluzas” había tenido la osadía de desafiar los mandatos españoles, se debía llenar de banderas rojigualdas cada pocos meses.

El día de Andalucía debía ser el 28 de febrero y no el 4 de Diciembre. Lo popular y de masas, difícilmente interpretable fuera de un contexto de peticiones identitarias, era sustituido por lo institucional y fácilmente manipulable por el poder. La gloria del 4 de Diciembre dejó paso a la farsa del 28 de febrero.

Hacía falta también una radio y una televisión autonómica, no de Andalucía, si no del “Sur”. Los medios de comunicación públicos de Cataluña son de Cataluña (TV3-Televisión de Cataluña, Cataluña Radio, etc.), los del País Vasco son del País Vasco (Euskal Telebista, etc.), los de Galicia son de Galicia (TVG, etc.), incluso los de Canarias, Valencia, Castilla La Mancha, Baleares, etc. son de Canarias, Valencia, Castilla La Mancha, Baleares, etc. Los de Andalucía, en cambio, no podían ser de "Andalucía". Los de Andalucía (“Canal Sur”, “Canal Sur Radio”, etc.) tenían que ser del “SUR”: del “SUR” de España .

Por supuesto, en tal medio de comunicación autonómico se debía hablar en un castellano estándar, o, como mucho, en un andaluz cutre que no lo hablan más que los actores de sus telenovelas. Nada de hablar en andaluz. Así sigue siendo.

En los colegios andaluces se debía estudiar la Constitución Española de Cádiz de 1812, pero no se puede hacer mención alguna, ni por asomo, al proyecto de constitución federal andaluza de 1883, elaborado en la ciudad de Antequera.

Los reyes godos son reyes españoles, pero los reyes de Al Andalus son reyes árabes.

Séneca, Averroes, Maimonides, nacidos en Andalucía, no son andaluces, son Romanos o árabes, porque su cultura era la romana o la árabe-andalusí, dicen. En cambio, Picasso, Lorca, Velázquez, Alberti, Miguel Hernández, Manuel de Falla, y tantos otros andaluces, aunque nacidos en Andalucía y de cultura andaluza, son pintores, poetas, o compositores españoles, aunque no haya nada semejante a algo así como una "cultura española".

Eso sí, la “guitarra clásica”, introducida en la península por los árabes y desarrollada en sus formas actuales hacia el año 1790 en Andalucía (cuando una sexta cuerda le fue agregada al laúd árabe) no es ni “guitarra árabe” ni “guitarra andaluza”, es la “guitarra española”.

El traje de “Sevillanas”, el sombrero cordobés, las castañuelas, y tantas otras cosas características de la iconografía andaluza (¡incluso el propio toro de Osborne es original de Andalucía!), tampoco son andaluces: cada artículo del estilo que se lleva un turista de Andalucía va acompañado con su respectiva bandera española. Pasen por las tiendas de las ciudades turísticas andaluzas y lo podrán comprobar.

Incluso el flamenco ya ha dejado de ser un “arte andaluz”, para convertirse en un “arte universal”. Eso sí, universal pero con origen y raíces en “España” cuando hay que venderlo en el mundo.
Hasta el caballo pura sangre andaluz, en todo el mundo conocido como “caballo andaluz”, en España es conocido como “pura raza español”. No hace falta decir nada más.

Andalucía no existe. Andalucía no es nada. ¿Dónde vamos entonces a buscar los andaluces para encontrar nuestra identidad? Si lo político ha sido anulado, lo cultural sojuzgado y fagotizado, y la historia oficial se cuenta siempre según la visión hegemónica de una Andalucía como culmen de los español, o se anulan de pleno los hechos históricos que puedan profundizar en la historia reivindicativa, popular e identitaria de Andalucía, ¿cómo podemos los andaluces encontrarnos a nosotros mismos? No, es imposible.

Sabemos que existimos, pero no sabemos quiénes somos. No es de extrañar, por tanto, que en su momento alguien escribiese de nosotros: “Los andaluces, en contra de la opinión común, son más nacionalistas que nadie. No se hacen preguntas sobre la especificidad de su cultura «frente» a otras porque suponen, ayudados por el efecto beneficioso de la manzanilla de Sanlúcar, que la suya es la única cultura posible, y cualquiera, consecuentemente, se integrará en ella entusiasta y voluntariamente. Practican un universalismo fagocitador de culturas, una especie históricamente exitosa de mestizaje. Su cultura, de hecho, es su única patria y no consideran al no «integrado» un mal patriota, sino simplemente un bicho raro al que ofrecen, como fórmula de integración, la inmersión etílico-ritual en la fiesta”. Saben que somos conscientes de nuestra identidad, de nuestra existencia, pero incapaces de transformar tal hecho en una constante reivindicación política que nos sirva para cambiar el rumbo de nuestro futuro como vagón de cola de España y de Europa. Y, claro, se ríen de nosotr@s. No podemos culparlos por ello. La culpa es nuestra y solo nuestra. Seguimos callados, aguantando, en una palabra, sometidos. Reírse de nosotros es algo así como reírse del tonto de la clase. Algo fácil.

Ahora, en menos de un mes, hemos tenido una nueva demostración de lo fácil que resulta reírse de Andalucía, de lo sencillo que es para los poderes establecidos, dentro y fuera de Andalucía, anular, someter y atacar Andalucía sin que los andaluces/zas se sientan ofendidos y/o indignados por ello. Más aun, contando incluso con la complacencia y aprobación de muchos de esos mismos andaluces y andaluzas a los que se humilla, se somete y se anula identitariamente.

Primero fue el pago de la "deuda histórica" por el Estado en base a unos terrenos previamente robados a los andaluces de sus propias tierras. Primero nos quitan las tierras, las declaran “suelo público” español, y luego nos las devuelven en forma de pago de una deuda histórica que ese mismo Estado Español ha desarrollado para con Andalucía, en base, precisamente, a ese y otros muchos episodios de apropiación forzada de lo andaluz.

Luego vino el esperpento del 4 de Diciembre. Ese día, día nacional de Andalucía para muchos andaluces, dan banderas españolas a los niñ@s en los colegios y hasta en las guarderías de Andalucía, mientras la historia oficial oculta los hechos acaecidos en 1977 a lo largo y ancho de la nación andaluza. Tanto es así que la inmensa mayoría del pueblo andaluz, sobre todo si son nacidos después de 1975, ignoran por completo que pasó ese día en Andalucía. Nadie se lo ha explicado en la escuela. Así resulta más sencillo poder llenar de banderas españolas una fecha tan simbólica para el pueblo andaluz... y que nadie diga nada.

Finalmente nos acabamos de enterar que la selección nacional andaluza no celebrará su tradicional partido de navidad por segundo año consecutivo. Tampoco es de extrañar. En los últimos años que el partido fue disputado, las gradas se poblaron de banderas andaluzas y de pancartas alusivas a los derechos nacionales de Andalucía. Tanto en Cádiz y en Sevilla como en Jerez se hizo presente la voz de esa parte del pueblo andaluz que se niega a ser silenciada, de esa parte del pueblo andaluz que aún cree posible luchar por la defensa de nuestra identidad nacional y nuestros derechos políticos como pueblo. De esa parte del pueblo andaluz que se indigna y se levanta ante todo lo que en este artículo estamos relatando, y otras muchas cosas más. Así que había que acabar con el partido. Ni un hueco para la identidad nacional. Los andaluces/zas no podían ver, cada navidad, como una parte de un estadio de fútbol se llenaba de banderas andaluzas con una estrella roja y lanzaba gritos a favor de los derechos políticos de Andalucía, a una misma vez que el resto de los andaluces/zas se comía tranquilamente el turrón viendo el fútbol desde sus casas.

Entre tanto, eso sí, el Ayuntamiento de Sevilla ha levantado una estatua a la Duquesa de Alba, flor y nata de la más rancia tradición terrateniente andaluza, esa misma que por siglos ha explotado sin piedad al jornalero andaluz, esa misma que, en connivencia con los poderes fácticos del Estado Español, relegó a Andalucía a la condición de economía dependiente y subdesarrollada, mientras los andaluces tenían que emigrar por millones a buscarse un futuro mejor lejos de su tierra. Un hecho, que si lo sumamos a todo lo anterior, cobra mayor simbolismo: es la culminación de todo un largo proceso de humillación del pueblo trabajador andaluz, en un país donde se castiga a los que luchan por su identidad, y se homenajea a quien ha arrastrado a esta tierra a la situación, de olvido y sumisión, en la que vivimos en la actualidad.

En fin, definitivamente, Andalucía no existe, no puede existir, no debe existir: tiene prohibido existir. Vamos de Humillación en humillación y tirando porque nos toca. Aquel 4 de Diciembre, aquel 28 de febrero, toda aquella lucha por la dignidad política, el reconocimiento de nuestra identidad nacional y la autonomía, nos la están haciendo pagar con creces. No pararán hasta aniquilar la última muestra de cualquier rango identitario andaluz que no pueda ser fagotizado, usurpado y explotado por el Estado Español. Salvo que un día, por fin, los andaluces, como pide nuestro himno, nos levantemos y luchemos por lo nuestro. Un día, lejano día. Por desgracia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Traduciendo a Oscar Arias


Declaraciones de Oscar Arias a los medios de comunicación de todo el mundo*

30 de Noviembre de 2009. Cumbre Iberoamericana, Estoril.

Óscar Arias, mediador oficial para la crisis de Honduras, se mostró hoy a favor del reconocimiento por la comunidad internacional del presidente elegido en las elecciones hondureñas del pasado domingo. Sus palabras exactas fueron:

"Se hizo todo lo que se pudo para que el Golpe de Estado saliese victorioso. Ahora solo queda que se reconozca el resultado de estas elecciones, ¡háganlo!"

Arias, aunque dijo no querer polemizar, lanzó un aviso para aquellas personas que aún confían en una victoria de la lucha popular en Honduras: "De exterminar cualquier muestra de disconformidad por parte de ese 75% del electorado que ayer no fue a votar, ya se encargan las fuerzas armadas, la policía, el TSE, la Corte Suprema de Justicia, el ejecutivo, el legislativo, las fuerzas paramilitares, los medios de comunicación de la burguesía, y todas las demás fuerzas hondureñas responsables de la planifiación, financiación, organización, ejecución y gestión del golpe militar."

El presidente costarricense reconoció además que en la cumbre iberoamericana que se está celebrando en Estoril (Portugal) "hay posiciones encontradas", aunque dejó claro que, a pesar de ello, "en caso de que los cuerpos represivos internos necesitasen alguna ayuda externa, a causa de la enorme masa poblacional opuesta al golpe y a la farsa electoral, ya hablamos con los EEUU, Israel, Colombia, Perú o cualquiera de los otros Estados del mundo volcados con la causa golpista y especialistas en las artes del Terrorismo de Estado, la guerra anti-comunista y la represión sangrienta de todo lo que se mueva en favor de los cambios democráticos y populares en el mundo. Por eso no se preocupen."

Finalmente hizo un llamamiento a la prensa internacional para que "insistan en la legitimidad de las elecciones de ayer domingo y repitan hasta la saciedad el dato oficial de alta participación presentado como válido por los organismos oficiales de Honduras. ¡Hasta la victoria (del fascismo) siempre!".

*Noticia traducida por "Agencias populares contra la desinformación/ Kaos en la red"

************************************************************************************

Noticia en el idioma (mediático) original:

Óscar Arias aboga por reconocer las elecciones en Honduras

"Se hizo todo lo que se pudo para intentar revertir el golpe de Estado, pero no fue posible", dice el mediador oficial para la crisis de Honduras

Agencias- Estoril - 30/11/2009 19:18
Óscar Arias, mediador oficial para la crisis de Honduras, se mostró hoy a favor del reconocimiento por la comunidad internacional del presidente elegido el domingo. "Se hizo todo lo que se pudo para intentar revertir el golpe de Estado, pero no fue posible. Hoy hemos amanecido con una nueva realidad y, si todo transcurrió más o menos dentro de la legalidad, no podemos castigar al pueblo pueblo hondureño a que sufra más de lo que ya ha sufrido", argumentó el presidente de Costa Rica.

Arias, aunque dijo no querer polemizar, lanzó una pulla contra el presidente de Brasil, que hasta ahora ha manentenido la posición más inflexible a favor de la restitución del presidente depuesto, Zelaya. "Lo peor sería que actuaramos con una doble moral. Se acepta el resultado de las elecciones en Irán o Afganistán, que se sabe que no fueron limpias. No podemos convertir a Honduras en la Albania de Centroamerica", señaló.

El presidente costarricense reconoció que en la cumbre iberoamericana que se está celebrando en Estoril (Portugal) "hay posiciones encontradas".

http://www.publico.es/internacional/274241/oscar/arias/aboga/reconocer/elecciones/honduras

domingo, 29 de noviembre de 2009

El pago de la deuda histórica en Andalucía: lo simbólico de una dominación colonial


Se acabó el culebrón. Fin de la historia más larga jamás contada. La Junta de Andalucía y el Estado Español, por fin han llegado a un acuerdo para hacer efectivo el pago de la llamada “deuda histórica de Andalucía”. Tras muchas décadas de idas y venidas, de cuentas y más cuentas, de devaneos y disputas jurídicas, de cambiar la perspectiva y la cuantía de la misma según en Madrid gobernase el partido afín al gobierno de Sevilla u otro de distinto color, de pactos a la baja y recortes bandoleros, de darse por hecho en incontables ocasiones el pago de la misma y al final nada, parece que, esta vez sí, el asunto está tocando a su fin.

Habrá que verlo por el lado bueno: al fin los partidos españoles dejarán de dar la tabarra con el tema de la deuda en cada cita electoral en Andalucía. Corremos el riesgo, claro, de aburrirnos de aquí en adelante en las diversas campañas a celebrar. Si poco o nada se hablaba ya de Andalucía en ellas, ahora, menos. No, no es que sea positivo que deje de hablarse de Andalucía en las campañas electorales andaluzas, pero, al menos, no tendremos que soportar más al PSOE, PP, etc. hablando y hablando sobre un tema, el de la deuda histórica, que luego no fueron capaces de solventar en sus diferentes periodos de gobierno en el Estado Español. De un tema que ya en sí mismo supone una humillación para Andalucía.

Porque, obviamente, el Estado Español tiene una deuda histórica que debería pagar a Andalucía. Pero nada que ver con los planteamientos que desde las diferentes instituciones públicas se han hecho de ella. Reducir la deuda histórica de Andalucía a una mera cuestión formal de financiación autonómica, es un insulto a la historia, el presente y el futuro de este pueblo. Hasta el mayor de los cálculos que se pudiera hacer por esta vía, sería una miseria comparado con la cuantía real de la verdadera deuda histórica de Andalucía: la que ha sido generada a consecuencia de la explotación, la colonización y la dependencia de la economía de la nación andaluza con, por y para los intereses del Estado Español. La deuda histórica con Andalucía es, pues, mucho más que una cuestión relacionada con la financiación autonómica. Incluso el espíritu de la deuda histórica que fue recogido en el primer estatuto autonómico de Andalucía de 1981, va mucho más allá de eso.

Simplemente porque no hay forma humana de calcular monetariamente todo aquello que el Estado Español ha robado, expropiado o extraído abusivamente de Andalucía desde que en 1492 conquistaran el último reino andalusí de la península: ni con todo el oro del mundo, como se suele decir, podría alcanzar para pagar todo lo que nos han quitado.

Díganme si no, cómo cuantificar todo lo que nos robaron mientras, por su privilegiada posición geográfica, convertían nuestras ciudades en florecientes núcleos de negocios con las “Indias” que eran aprovechados sistemáticamente y en exclusividad por los monopolios del Estado, mientras la miseria, el analfabetismo, la pobreza y el hambre no dejaban de aumentar, año tras año, siglo tras siglo, en toda Andalucía.

Díganme también cómo poder pagarnos las consecuencias de la tardía incorporación del pueblo andaluz a la revolución industrial, sólo porque a ustedes les vino bien que fuesen otros territorios del Estado quienes debían hacerlo primero y a costa de desmantelar toda la pronta estructura industrial que de manera incipiente vio nacer el pueblo andaluz.

Díganme además, por supuesto, cómo cuantificar todas las riquezas que han salido de nuestros suelos, tanto de los recursos mineros, como de los recursos agrícolas; los unos destinados a engrosar las arcas de aquellas empresas (colonizadoras) extranjeras implantadas en las regiones mineras andaluzas a petición y provecho del propio Estado, y las otras direccionadas, tras ser vendidas a precios de saldo, a engordar el patrimonio de los terratenientes andaluces y a surtir de materias primas los florecientes negocios industriales de otras zonas del Estado, mientras se hacía del latifundio y la explotación del jornalero el modus operandi por excelencia de la economía andaluza.

Díganme también cómo podemos hacer unos cálculos aproximados para saber cuánto dinero nos siguen robando diariamente a los andaluces/zas a través del actual sistema capitalista y de flujos de mercado establecido en el Estado Español, donde Andalucía sigue siendo la cenicienta, pero sin hada madrina que la saque de la pesadilla, y sin príncipe azul esperándola detrás de la esquina.

Andalucía, con un mercado interior en el que el 90% de los productos que se consumen no están elaborados en el interior de nuestras fronteras (frente al 68% del País Vasco y el 63% en Cataluña, por ejemplo), siendo en su mayoría productos fabricados por empresas del Estado español, con un sector financiero controlado por los grandes bancos españoles, con el negocio de los seguros destinado a engrosar las arcas de las potentes empresas españolas del sector, con unos servicios diarios (luz, teléfono, Internet, gasolina, butano, etc.) en manos de empresas españolas, con un turismo preso de los tour-operadores extra estatales y las multinacionales españolas, con una agricultura diseñada para satisfacer los intereses marcados por Europa y por el Estado, con un sector de la construcción (pública y privada) dominado por empresas españolas, en definitiva, con una economía esclava y sumisa a los intereses del estado español, ¿no sigue siendo explotada impiadosamente por el Estado Español?

Así que sí, díganme también cómo cuantificar todo el dinero que a diario sacan de Andalucía empresas, bancos u otros entes económicos como Telefónica, Endesa, Repsol, La Caixa, Mercadona, el BBVA, Banesto, Iberdrola, Gas Natural, BSCH, ACS, Dragados, Sol-Meliá, NH Hoteles, Alsina Graells, RENFE, Iberia, y demás empresas españolas que hacen caja diariamente en Andalucía en sectores claves de la economía andaluza y con el dinero de los andaluces, para invertirlo después en su propio beneficio e interés y lejos del beneficio e interés de la economía andaluza. Que sólo el 2% de las empresas que cotizan en las bolsas españolas sean originarias de Andalucía, ¿no es una muestra evidente de una economía andaluza subyugada por la estructura capitalista española? , ¿Cómo ponerle entonces cifras a un robo de tal magnitud perpetrado días tras día en Andalucía? No, es imposible.

Entendemos, pues, que el Estado Español, y sus palmeros en Andalucía, hayan querido poner cifras a la deuda histórica a través de ese eufemismo (con el que ocultar la propia historia andaluza y su sistemática explotación colonial) de la llamada “financiación autonómica”. Pero a ningún andaluz de consciencia pueden engañarlo con semejante patraña.

Para colmo, rizando el rizo de la humillación, nos hablan ahora de pagar dicha deuda histórica con la cesión de suelo público a la Junta de Andalucía. El Gobierno central y la Junta de Andalucía han acordado liquidar la deuda histórica íntegramente con la transferencia de suelo estatal, y no con dinero en metálico. Surrealista. Los 784 millones de euros que quedaban por pagar se traducirán en la cesión de la totalidad de las acciones de Agesa, que gestiona los activos de la Expo’92 en Sevilla, además de solares para vivienda en cinco provincias andaluzas.

Ahora mismo se me ocurren muchos ejemplos de dominación colonial, a cada cual más injusto, pero, simbólicamente hablando, no creo que pueda encontrarse uno de mayor envergadura que éste: El Estado Español paga a Andalucía la deuda histórica contraída con ella, a través de la devolución de suelo público andaluz robado previamente por ese mismo Estado a la propia Andalucía. Porque ¿qué es entonces el suelo público andaluz, sino andaluz?, ¿cómo es posible que se pueda pagar a Andalucía una deuda del Estado con un suelo público que está precisamente en Andalucía?, ¿No les parece una burla sin parangón al pueblo andaluz?

Es como si un condenado a pagar una indemnización a otra persona por haber entrado a robar a su casa durante una determinada noche, pacta con el beneficiario de la indemnización (y víctima del robo) pagar tal indemnización con los objetos previamente sustraídos de la vivienda de la víctima del robo, con el amparo además de la justicia, que acepta tal cosa como pago y sin pedir más responsabilidades legales de ningún tipo al ladrón. Surrealista.

Claro, todo esto sólo es posible de concebir en una tierra, en un pueblo, que ha sido despojado plenamente de Soberanía por una colonización extranjera, una colonización de siglos y siglos donde tal pueblo no ha tenido jamás opción alguna de expresarse libremente y a favor de su soberanía. Sólo así se puede pagar una deuda con lo que en esencia y origen es patrimonio del acreedor de la deuda. ¿Imaginan que un banco aceptase que usted le devolviese la hipoteca, con el dinero obtenido a través de un atraco a cara descubierta de una sucursal del mismo?

Una colonización, además, tan profunda y extensa, tanto en lo económico como en lo cultural, que hasta los propios habitantes de tal pueblo han acabado por asumir a la potencia colonial como su patria, su nación. Como si la convivencia forzada con el ladrón del ejemplo anterior llevase a la víctima del robo a tratarlo como a un hermano, por más que el ladrón le siga robando día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, y camuflando los robos con todo tipo de excusas baratas y recursos sentimentalistas, que acaban por someter la voluntad de la víctima a los designios del ladrón, su “hermano”. Sería una conducta casi patológica. Una conducta que, por desgracia, es la mayoritaria en Andalucía: dejaremos, sin rechistar, que España nos pague la hipoteca de la deuda histórica con el dinero que nos ha robado a cara descubierta en la sucursal del suelo público andaluz.

Pero quien tenga ojos, que vea. Quien tenga oídos, que escuche. Quien tenga consciencia, que entienda. Quien tenga corazón, que sienta. Y si esos ojos, esos oídos, esa consciencia y ese corazón son andaluces, que le duela. Solo así se podrá pensar y actuar, antes o después, y en consecuencia, como un andaluz/a de consciencia:

La deuda histórica andaluza sólo podría ser pagada en su totalidad devolviendo a Andalucía lo que nunca debieron haberle quitado: su soberanía.

Cualquier otra solución, no es más que una farsa para enmascarar la trágica verdad histórica que ha tenido que soportar el pueblo andaluz en el seno del Estado Español durante más de 5 siglos colonización.

Así que ni pago de la Deuda Histórica, ni hostias: SOBERANÍA, SOCIALISMO E INDEPENDENCIA.

Únicamente el día en que mis ojos pueda ver cumplidos tales sueños, daré por saldada la deuda histórica que España y la historia tienen con Andalucía. Nunca antes.

Empatía y Socialismo


"No creo que seamos parientes muy cercanos. Pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que en el mundo se comete una injusticia, somos compañeros, que es lo más importante" (Ché Guevara)

*

Empatía es solidarizarse con los sentimientos de los demás.

*

Somos seres tan frágiles, que toda nuestra existencia pende constantemente de un hilo, desde que somos un gameto, hasta que definitivamente damos el último suspiro.

*

Estamos aquí, ahora, pero perfectamente podríamos no haberlo estado (si nuestra madre hubiese decidido abortar, por ejemplo), o dejar de estarlo en el instante siguiente, y todo seguiría su curso sin que nuestra inexistencia tenga la menor importancia.

*

La vida es una casualidad del destino, una oportunidad única que no siempre sabemos aprovechar como es debido.

*

Uno nace, crece, y a su alrededor crea un mundo de relaciones que lo sustentan sobre la faz de la tierra, pero, al fin y al cabo, no tiene la menor importancia de cara al devenir global del Universo. O al menos, eso parece.

*

No elegimos a nuestros padres, ni ellos nos eligen a nosotros. No elegimos el lugar donde debemos pasar nuestra infancia, no elegimos nuestros genes, no elegimos la cultura que vamos a mamar como cachorros sedientos de conocimientos. Todo lo que creemos que es más propiamente nuestro, no es más que una mera casualidad del destino, un número de una rifa que nos dan, y que puede, o no, llevar premio.

*

La realidad es inapelable: nacemos cuando con una simple decisión de nuestras madres podríamos no haber nacido, tenemos una familia que no hemos elegido, vivimos nuestra infancia en una ciudad que no hemos pedido en ninguna agencia de viajes, y somos tal y como el capricho de nuestros genes ha querido hacernos. Poco espacio hay en la vida para poder ejercer plenamente nuestra libertad. Quizás, sólo en el pensamiento.

*

Por eso tenemos la obligación de desarrollar nuestra empatía para con los demás, de entender su sufrimiento y su gozo, de evitar cometer injusticias con ellos, y ayudarlos a luchar contra las que otros ya están cometiendo, ya que nosotros podríamos ser ellos y ellos podrían ser nosotros. Ninguno de los dos elegimos la mayor parte de los hechos que han condicionado nuestra vida.

*

Realmente somos esclavos de nosotros mismos, esclavos de nuestro lugar en el mundo, esclavos del número en la rifa que nos dieron al salir del vientre de nuestra madre.

*

En cambio, paradójicamente, los seres humanos dedicamos largas horas a reflexionar sobre los efectos que nuestra muerte pudiera tener para con las personas que nos rodean, pero, sin embargo, pocas veces pensamos en los efectos que nuestra no existencia, nuestro no nacimiento, hubiera tenido sobre ellos.

*

Son tantas las personas que, de una u otra manera, se hubieran visto afectadas, que deberíamos hacerlo con asiduidad, fundamentalmente para combatir nuestro egoísmo.

*

No solo hubiera afectado a nuestros familiares más directos, que probablemente hubieran seguido tranquilamente su vida sin más secuelas que el triste recuerdo de la muerte de un ser que iba a ser pero no fue (a instancias morales o legales puede que el feto se considere ya en sí mismo una persona, pero a instancias sentimentales perder un hijo antes del nacimiento nunca será igual de doloroso que hacerlo después de haberle visto llorar y sonreír en tus brazos), sino que es algo que va mucho más allá. ¿Cuántas de las personas que te has cruzado en la vida se hubieran visto afectadas por tu no existencia? Todas, sin duda, todas.

*

Desde esa mujer que te cruzaste en la cola del supermercado, hasta tus amigos más íntimos, aunque no se puedan comparar unos casos con otros.

*

Esa mujer del supermercado, que, seguramente, ni siquiera te recuerde, tendría una vida exactamente igual a la que ahora tiene, tu inexistencia tendría para con ella el mismo efecto que tendría tu no presencia ese día en la cola del supermercado.

*

Sin embargo, para tus amigos, para tus allegados más próximos, los efectos van mucho más allá. De no haber existido tú, ellos tendrían una vida, si no totalmente diferente, al menos sí distinta en ciertos aspectos de la que tienen en la actualidad. En cada parte de su existencia donde apareces tú, habría una vacío, y todo lo en lo que tu compañía les haya podido afectar no existiría. Imagina, por ejemplo, a ese amigo al que le diste un consejo que le sirvió para progresar en la vida; de no haber nacido tú, igual ahora sería más desgraciado. O, al revés, imagina esa persona a la que has hecho daño, quizás ahora sería más feliz si tú no hubieras nacido.

*

Así pues, a pesar de que nos empeñamos en no mirar más allá de nuestro ombligo, lo cierto es que uno existe no solo para sí mismo, sino que vive siempre en correlación con los demás, algo que dota a nuestra persona de un valor suplementario que en sí misma no posee; un valor que lo hace necesario dentro de la casualidad a la que va sujeta la existencia de nuestro ser.

*

Pudiste no haber nacido, pero naciste, pudiste no haber existido, pero existes, y con ello te acabas convirtiendo en una pieza más en la existencia de muchas personas, que han construido su vida en relación con la propia construcción que tú has hecho de la tuya.

*

No somos entonces tan insignificantes como pudiera parecer: puede que al Universo no le importe tu existencia, pero hay miles, millones de personas en el mundo, que pueden salir beneficiadas o perjudicadas con ella. Sobre tus espaldas caerá el peso de tal responsabilidad.

*

Ser persona, pues, lejos de serlo para uno mismo, se traduce finalmente en un “ser con los demás”.

*

El problema es que usualmente nos dejamos arrastrar por las circunstancias, nos acomodamos en nuestro mundo de cristal, y en no pocas ocasiones preferimos dejar a los demás que elijan por nosotros, antes que tener que ponernos nosotros a elegir. Dejamos de “ser para los demás”, a cambio de convertir nuestra existencia en un “ser por los demás”, las dos caras posibles de esa inevitable moneda existencial que es el “ser con los demás”.

*

Pero los demás son muchos, demasiados para elegir por nosotros.

*

A veces creemos que estamos siendo libres a la hora de elegir, y, sin embargo, estamos haciendo todo lo contrario: entregamos nuestra libertad en bandeja de plata, creyendo además poder hacerlo sin renunciar a ella. Gran error. En toda sociedad de clases, el marco de nuestras elecciones estará siempre determinado por la voluntad de las clases privilegiadas.

*

Cuando convertimos nuestra vida en un medio para conseguir un fin, y nos olvidamos de que ella es un fin en sí mismo, estamos enterrando nuestra libertad. A partir de ese momento seremos esclavos de nuestros fines, sin ser jamás un fin en sí mismos. Unos fines, además, que nos han venido dados de antemano ya condicionados por la superestructura ideológica que nos circunscribe, diseñados para defender unos intereses que no son los nuestros.

*

Es entonces cuando dejamos que el egoísmo nos dominé, cuando el yo es infinitamente más importante que el tú, cuando hemos renunciado definitivamente a ser personas dignas. Máxime en una sociedad, como la nuestra, donde el egoísmo y la competitividad son la base del funcionamiento ideal de la estructura económica. Si es además la propia sociedad la que te empuja a ello, la decadencia moral está garantizada.

*

No obstante, si hiciéramos un uso adecuado de nuestra racionalidad, no tardaríamos mucho en darnos cuenta que no podemos vivir condicionados por los fines que nos han impuesto desde el exterior, sino que, por el contrario, tenemos que ser nosotros quienes condicionemos los fines que nos han de mover en la vida, aprendiendo a adecuar nuestra existencia a la existencia común de la humanidad, para, a partir de ahí, dar razones a nuestra individualidad, y que ésta pueda auto-realizarse.

*

Lo primero que deberíamos hacer, consecuentemente, es elaborar un código ético que nos ayude a la hora de tomar decisiones. Un código ético que aspire a la universalidad, y en cuya finalidad vaya impresa por igual la superación personal y el progreso colectivo.

*

Cuando nos olvidamos de nosotros mismos, cuando hacemos de nuestra vida un puente para cruzar hacia un mundo que no reside dentro de nuestra alma, cuando nos dejamos llevar por la ilusión de la riqueza o el éxito social, nos convertimos en peores personas, en seres vacíos que tienen poco o nada que aportar a los demás. Seres que no son capaces de ver más allá de sus propias pupilas.

*

Por supuesto, no seré yo quien diga que no es legítimo aspirar a ser rico o famoso, a tener poder político o a ser una persona socialmente reconocida. Pero nunca a costa de renunciar a nosotros mismos, nunca a cambio de vender nuestra existencia al mejor postor.

*

Ese es el principal error que nuestros antepasados han cometido por el influjo obligado de las tradiciones religiosas, y ese es el error que nosotros estamos volviendo a cometer con nuestra sumisión actual a la sociedad capitalista-consumista. Dejamos que el fin que mueve nuestras vidas venga impuesto desde complejos sistemas de sentido externos, en lugar de ser nosotros mismos quienes lo diseñemos, haciendo de la vida, de la existencia, un fin en sí mismo, para sí mismo y para los demás.

*

Así, toda aspiración que uno tenga debería ser una meta a la que uno debe llegar haciendo de su vida un fin en sí mismo, sin necesidad, pues, de sacrificar su libertad, y su propia vida, para alcanzarla. Mucho menos si el precio a pagar es dejarse por el camino su dignidad.

*

Ser digno es pensar con el corazón y con la cabeza, no con el corazón para la cabeza. Con la nobleza que emana de nuestro corazón y con la razón que emana de nuestra cabeza. Sentir para nosotros y para los demás. No hacer lo que no queremos que nos hagan, no dejar pasar aquello que, si nos ocurriese a nosotros, no quisiéramos que los demás dejasen pasar. Al final de la vida solo nos quedará eso: nuestra dignidad. Habrá sido lo más importante de nuestra existencia.

*

El fin no justifica los medios. El fin no justifica los medios. Si la vida es un fin en sí mismo, y la vida es humana, no puede haber más medios válidos que aquellos que transcurran por la senda del humanismo.

*

Aun con la vista puesta en el horizonte, debemos ser capaces de llevar una existencia lo más digna posible en el día a día. Respetar para ser respetados. Escuchar para ser escuchados. Desarrollar nuestra empatía para ser cada vez más condescendientes con nosotros mismos y con los demás.

*

Esto debe ser así, pues la base de nuestra existencia se desarrolla a través de nuestra interacción con el entorno. Somos seres sociales que necesitamos del entorno para poder sobrevivir. Nadie, absolutamente nadie, puede vivir de forma completamente independiente.

*

Podremos ser personas más o menos solitarias, más o menos independientes, pero todos necesitamos de los demás como parte de nuestra existencia: necesitamos de nuestro entorno y vivimos en relación con ellos y con ello. Ninguno de nosotros es un ser auto suficiente.

*

Hasta los ermitaños dependen de los frutos de la naturaleza para subsistir.

*

En una sociedad como la nuestra, desarrollada sobre los beneficios propios de la explotación del trabajo y la tiranía del consumo, el nexo de unos humanos con otros se ve mucho más acentuado.

*

Todo aquello que produzco con mi trabajo, tiene como destino servir a otros individuos. Todo aquello que consumo, proviene del trabajo de otros individuos.

*

¿Cómo creerme entonces un ser independiente? No, no lo soy.

*

Soy un ser subjetivo pero dependiente. Una existencia individual pero condicionada por el entorno: necesitada del entorno como condición sine qua non de mi propia existencia, de igual forma que el feto necesita de la madre como condición sine que non de la suya.

*

Entonces ¿por qué separar mi existencia de la existencia del prójimo?, ¿por qué no sentirme también responsable de sus fallos y sus aciertos?, ¿por qué pensar desde el yo y para el yo, y no desde el yo y para el ellos?

*

Desde el mismo momento del nacimiento, el ser humano comienza a forjarse como el yo que algún día será. Pero en estos primeros instantes de la vida, uno no es nada sin la ayuda de sus coetáneos. Necesita de un pecho que le dé de comer y de una mano que lo proteja. ¿Puede haber entonces mayor invitación a devolver a nuestros semejantes el favor que en algún momento ellos mismos nos hicieron?

*

Es cierto que cada hombre se hace a sí mismo, pero no lo es menos que uno no puede hacerse distinto a como desde su marco cultural se le inculca. Un marco cultural condicionado por las relaciones de clase.

*

No hay mayor idiota que el que se cree diferente. Todos somos parte de un mismo tablero, de una misma lucha de clases. Cada cual en su bando. Aunque a veces nos confundamos, nos hagan confundirnos, de sitio.

*

Somos libres para elegir nuestro camino, pero somos esclavos de nuestro entorno y, fundamentalmente, esclavos de nuestras necesidades, tanto de las biológicas como de las sociales. Las primeras son iguales para todos los humanos, las segundas son parte de una creación cultural determinada por las relaciones de clase.

*

La sociedad es una cárcel para nuestra libertad, en tanto y cuanto condiciona nuestra formación y se hace coparticipe del efecto de nuestras decisiones. Pero una cárcel donde uno, si se deja llevar por lo que le impone el sistema de clases reinante, puede ser a la vez preso y cruel carcelero.

*

Todo lo que yo haga tendrá un reflejo en mi entorno, todo cuanto yo decida tendrá consecuencias para aquello que me rodea. No puedo ejercer en plenitud mi libertad, pues mis decisiones se verán condicionadas por el efecto que puedan tener a mi alrededor. Esto es una verdad absoluta.

*

¿Quién es entonces aquel sujeto capaz de abstraerse por completo a los efectos de sus acciones en el mundo que le da cabida? Si ha nacido, debería morir. No puede haber nada más peligroso para el resto de los humanos.

*

¿Acaso no implica tal verdad absoluta un compromiso vital con nosotros mismos?, ¿un compromiso que pasa, además, por nuestro modo de relacionarnos con los demás?

*

¿por qué entonces seguimos empeñados en renunciar a nuestro propio compromiso con el mundo, para dejar que sean otros los que piensen por uno, los que impongan el modo de pensar y actuar que debe tener uno en la vida?.

*

Más aún, ¿podemos negar que nuestro compromiso implica necesariamente el desarrollar una sincera capacidad de empatía para con todo aquello que nos rodea, y especialmente aquellos otros que, como nosotros, no pueden eludir sus responsabilidades ante el mundo?

*

Yo a ese compromiso y esa empatía le pongo un nombre: Socialismo.

*

Un sistema de buenas personas para buenas personas, de personas dignas para personas dignas. De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades.

*

Luego ya que cada cual piense y actúe como le dé la gana, por sí mismo, para sí mismo, sin olvidar nunca su compromiso con los demás. Sin tener que renunciar a tu libertad individual, sin dejar que nadie piense, actúe o tome decisiones por ti.

*

Claro está, sin olvidar nunca que tu vida no es más que una más de las muchas que cohabitan en un mismo espacio territorial compartido, sea un pueblo, un barrio, una ciudad, una nación, un Estado, un continente o el planeta entero.

*

Una más, solo eso. Tan digna y merecedora de respeto, tan portadora de Derechos Humanos, como todas las demás. Sólo hace falta abrirse a la empatía para verlo.

*

De ahí a hacer propios los valores del socialismo, no hay más que un paso bastante corto. Atrévete a darlo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El País, la Alianza de Civilizaciones y los Derechos Humanos


El diario El País publicaba el pasado martes 17 de Noviembre un interesante artículo acerca de las relaciones diplomáticas entre algunos gobiernos europeos del área Mediterránea y los países del vecino Magreb. Bajo el llamativo título “Látigo para Cuba, bálsamo para el Magreb”, el periodista Ignacio Cembrero, especialista en temas del Magreb, escribía lo que se puede considerar en toda regla como un duro ataque a la actitud permisiva de la Diplomacia Española (y, de pasada, la francesa) para con los quebrantos de los Derechos Humanos llevados a cabo por los gobiernos autoritarios que rigen los designios de los vecinos países magrebís. El argumento principal del ataque: “las diplomacias occidentales, y en especial la Española, actúan rápidamente cuando de defender los Derechos Humanos en América Latina se trata –sic-, mientras miran para otro lado e incluso tienen una actitud cómplice cuando son los gobiernos dictatoriales de los países magrebís (Túnez, Marruecos, Mauritania, etc.) quienes lo hacen”. Para apoyar esta tesis, el autor del artículo, demostrando sus profundos conocimientos sobre el tema, lo dota de toda una serie de datos y relatos de sucesos que demuestran a las claras este trato permisivo, este mirar para otro lado, y esta actitud cómplice, de los gobiernos español y francés para con los devaneos autoritarios de los gobiernos magrebís en materia de Derechos Humanos. Un buen artículo, sin duda.

Ahora bien, ¿es oro todo lo que reluce en este artículo? Tratándose del diario El País, la pregunta es, obviamente, una pregunta retórica. En este artículo, como en tantos otros, tiene casi más importancia aquello que se oculta, que aquello que se dice, al menos para entender la intención del mismo, que no es otra que el ajuste de cuentas de la redacción de El País con la diplomacia española encabezada por Miguel Ángel Moratinos. El propio artículo así lo deja claro de manera sibilina en un momento del mismo: “Cuando dos meses después El País fue vetado en Marruecos, las autoridades españolas permanecieron calladas”. ¡Acabáramos! Resulta que el diario El País ha sido vetado por la monarquía absolutista marroquí y que, ni Moratinos ni nadie, salió en su defensa. ¿Puede haber mayor afrenta a la cuadrilla mafiosa liderada por Cebrián y sus palmeros?, ¿Después de tantos servicios prestado al PSOE los traicionan de semejante manera? No, la mafia no entiende de perdones ni de relaciones diplomáticas. Para la mafia, el que la hace, la paga, máxime si se trata de traidores. Ya le ocurrió en su momento al mismísimo ZP por sus concesiones a un grupo mediático-empresarial rival del Grupo Prisa en el tema del fútbol de pago, y ahora ha llegado el turno de ajustar cuentas con Moratinos y los suyos. Todo el artículo, en realidad, trata de eso: un ajuste de cuentas de la mafia prisaica con la diplomacia española. Sabido esto, lo podemos comprender perfectamente.

Es por ello que El País saca a relucir un tema tan delicado como es la complicidad de ciertos gobiernos europeos con los tiranos magrebís, pero sin entrar en ningún momento a realizar un análisis profundo de los fundamentos reales que sustentan estas relaciones de complicidad, un análisis que bien podría hacer cabrear, y mucho, a alguno de los accionistas y/o socios publicitarios del diario. Peor aún, que podría llegar a escandalizar a cualquier ciudadano/a con un mínimo de consciencia política y preocupación de lo que ocurre en el mundo. No, eso no se lo puede permitir El País. Una cosa es rendir cuentas con los traidores, y otra muy distinta tirar piedras sobre el tejado de uno. Así pues, el artículo se limita a zanjar las causas de estas relaciones argumentando para ello el interés de España y Francia por sacar adelante esa entelequia Zapateril que ha venido a ser llamada “Alianza de Civilizaciones”. Según el periodista del diario, “La Alianza de Civilizaciones, lanzada en 2004 por el presidente del Gobierno español, antepone la estabilidad del mundo árabe y, de paso, la lucha contra el terrorismo a las buenas intenciones proclamadas por Zapatero en sus discursos –sobre Derechos Humanos-. En el fondo esa alianza consiste, en muchos casos, en estrechar lazos con unos regímenes dictatoriales que son, en buena medida, los causantes de la radicalización de la juventud”. Ergo, si la diplomacia española actúa de manera cómplice con los quebrantos a los Derechos Humanos que se suceden de manera sistemática en los países del Magreb es, simplemente, porque está interesada en llevar a buen puerto la Alianza de Civilizaciones de Zapatero. Quede claro.

Ahora bien, ¿cualquier persona con un mínimo de sentido común puede creer semejante majadería? Está bien que el diario El País busque una salida en falso para salir sin un rasguño del embolado en el que él solito se ha metido desde el momento en que utiliza un tema tan peliagudo como éste para rendir cuentas con la diplomacia española actual. Está bien incluso que el diario El País piense que algunos de sus lectores creerán que Zapatero y sus colaboradores son lo suficientemente idealistas, y tienen el suficiente afán de protagonismo histórico, como para mirar para otro lado mientras se mancillan los Derechos Humanos de millones de personas sólo por ver como su “gran” idea “alianza-civilizatoria” sale adelante en la praxis política del mundo de nuestros días. Estamos tan acostumbrados a que el diario El País trate a sus lectores como a analfabetos funcionales, gente a la que se puede engañar, mentir y manipular impunemente, que no nos vamos a escandalizar por ello. Sin embargo, la lógica nos dice que el argumento de la “Alianza de Civilizaciones” no es más que una patraña con la que ocultar las verdaderas razones que sustentan esta complicidad de los gobiernos europeos con los ataques a los Derechos Humanos de los gobiernos magrebís: el interés económico-comercial y el control de los flujos de migración. Unas razones que, obviamente, el diario El País prefiere no sacar a colación, por lo incómodo e inmoral del asunto.

Resulta, por ejemplo, que España es el segundo proveedor de Marruecos y su tercer cliente, con unos intercambios comerciales cercanos o superiores a los 2.000 millones de euros anuales tanto en importación como en exportación. Empresas tan dinámicas como Gamesa, Fadesa, Repsol, Endesa, Altadis, Telefónica, y, según la vicepresidente del Gobierno, otras 900 pequeñas y medianas empresas, están firmemente implantadas en Marruecos (Del Pino, 2007). En general, la Comunidad Europea absorbe más del 70% de las exportaciones de los países magrebís y les facilita más del 60% de sus importaciones. Y sólo los cuatro países europeos de la orilla norte del Mediterráneo (España, Francia, Italia y Portugal) representan casi dos tercios de estas cifras. Otra característica destacada es el hecho de que, a pesar de su intensificación en los últimos años, la naturaleza de las relaciones bilaterales sigue respondiendo a un patrón clásico de relaciones Norte- Sur, en el que los países menos desarrollados proporcionan mercados para los bienes de consumo y de equipo de los países desarrollados y suministran, a cambio, materias primas y recursos naturales (hidrocarburos argelinos, fosfatos y productos pesqueros marroquíes, principalmente), así como mano de obra, ya sea a través de la emigración, ya a través de la deslocalización de actividades industriales intensivas en mano de obra (en el caso de Túnez y Marruecos, en el sector textil principalmente, y crecientemente en la industria de componentes para automóviles), reforzando la dependencia comercial y financiera (Martín, 2004). En consecuencia, los intercambios comerciales intramagrebíes no alcanzan el cinco por ciento del total del volumen de negocio de estos países. Por ejemplo, Marruecos sólo importa el 5% de su energía de Argelia, a pesar de ser Argelia un país exportados de energía. Marruecos apenas está presente en los mercados tunecinos de productos en los que tiene ventaja comparativa, como la pesca, que Túnez importa de Italia. Argelia compra la mayor parte de sus textiles en España, Turquía o China, despreciando la industria tunecina y marroquí, y el 40% de sus importaciones agroalimentarias vienen de España y Francia, y así con un largo etc. Ante un panorama de este tipo, ¿a alguien le puede extrañar el trato mimoso y cómplice que los gobiernos de los países del área Sur de la Unión Europea dan a los gobiernos dictatoriales del Magreb? No, no se trata de nada que tenga que ver con la “Alianza de Civilizaciones”, se trata, simplemente, de lo mismo de siempre: alianzas sí, pero económicas y comerciales, con mucho dinero de por medio y muchos intereses que defender en uno y otro lado por los respectivos gobiernos. Ante esto, ni en el Magreb, ni en América Latina, ni en ningún otro rincón del planeta hay Derechos Humanos que valgan. Tampoco para El País, de ahí que sistemáticamente denuncie cualquier atisbo de quebranto a los Derechos Humanos que se pueda dar en países no proclives a la defensa de los intereses económicos del grupo PRISA y/o sus propietarios (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua, etc.), mientras silencia, minusvalora o directamente miente acerca de aquellos que se dan en otros países donde el grupo PRISA y los gobiernos de turno son amigos (Colombia, Chile, México, etc.).

Pero sí importante es el tema de las relaciones comerciales y/o económicas, más importante aún es el tema del control de los flujos migratorios. El Magreb es la antesala de Europa para esos muchos millones de africanos de todos los países que deciden emprender el viaje migratorio hacia la soñada tierra de la opulencia occidental. Francia, España, Italia, Portugal, etc., son precisamente aquellos países que primero encuentran estos hombres y mujeres africanos en su camino hacia Europa. Sabido es que los países europeos han firmado con estos países africanos una serie de acuerdos en materia de control de los flujos migratorios por los que directamente se está comprando el control migratorio, descargando además la responsabilidad hacia los países fronterizos, así como algunos de los países de tránsito en las habituales rutas de la migración africana hacia Europa. Es decir, los países europeos ofrecen una serie de prebendas en forma de acuerdos comerciales o de acuerdos para ayuda en cooperación al desarrollo, y, a cambio, descargan la mayor parte de la responsabilidad en el control de los flujos migratorios en los países del otro lado del Mediterráneo, sin importar en absoluto el tipo de régimen que exista en estos países o las medidas y los métodos que estos países vayan a adoptar para cumplir con su parte del trato. Unos métodos que, por supuesto, no son precisamente los más respetuosos con los derechos humanos de los migrantes, sino todo lo contrario. Ergo, ¿cómo la diplomacia de estos países europeos va a preocuparse del quebranto de los DDHH en los países magrebís, cuando los propios acuerdos que firman en materia de control migratorio son invitaciones a quebrantarlos de manera sistemática mientras los países europeos miran para otro lado en su propio beneficio? No sólo es que países como España o Francia miren para otro lado, es que, además, en este asunto en concreto, miran para otro lado en su propio beneficio. Es decir, no son solo cómplices pasivos, sino cómplices activos: culpables y responsables. ¿Cómo entonces van a denunciar lo que hacen estos países?, ¿no sería eso poco menos que denunciarse a sí mismos? En este sentido, por ejemplo, han sido ampliamente criticados las medidas que la gendarmería marroquí toma contra inmigrantes irregulares que encuentra intentando cruzar la frontera con España, a los que llegan a disparar o abandonar en el desierto, o las instalaciones en Mauritania del centro de internamiento para extranjeros, criticado por las condiciones que en él se dan y financiado por el Gobierno Español. Algunas ONG hablan de un auténtico genocidio silenciado, con centenas de víctimas mortales cada año. La firma de estos acuerdos denominados de “segunda generación” (recogido en España a través del llamado “Plan África”) responde a la presión ejercida por la Unión Europea y más especialmente por España para el control de flujos migratorios. Según Itziar Ruiz, presidenta de Amnistía Intencional en España (AI), “presionar para que sean Marruecos o Mauritania quienes realicen el control migratorio está teniendo costes humanos muy altos”. Además, estos acuerdos también obligan a países de paso, como Mauritania, a que acepten inmigrantes independientemente de su nacionalidad. AI denuncia que desde 2006 hasta la fecha miles de personas acusadas de salir de Mauritania para entrar en Canarias han sido arrestadas y devueltas a Mali o Senegal, independientemente de su origen, sin poder apelar esa decisión. Muchas también han estado recluidas en el “Guantanamito” mauritano. Además, esta externalización de fronteras no está teniendo seguimiento por parte del Gobierno español. “España y la UE delegan el control de sus fronteras externas a terceros países, sin preocuparse de los métodos empleados para llevar a cabo sus órdenes”, señala un informe de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). De hecho, el 6 de julio de 2006 el Gobierno español aprobó una partida de 10,5 millones de euros de ayuda a Marruecos para control de fronteras sin imponer ninguna condición relativa a los derechos humanos (Sánchez Aroca, 2009). Obviamente, como decimos, sabiendo esto, se puede saber también que España, Francia, etc., no van a denunciar jamás que en el Magreb se quebrantan los DDHH humanos cuando son ellos mismos quienes invitan a estos países a quebrantarlos en busca de un control migratorio que beneficia únicamente la visión política y económica que los países europeos tienen de sí mismos.

Así que no, que el diario El País, a través de su “experto” en temas del Magreb, no nos venga con cuentos, ya sabemos todos los cuentos, nos han dormido con todos los cuentos. Nada tiene que ver, o muy poco, el tema de la Alianza de Civilizaciones con la vista gorda que ciertos gobiernos europeos, entre ellos el español, hacen con los ataques que sobre los Derechos Humanos se hacen desde ciertos países del Magreb. Aquí lo que importa es el negocio empresarial-comercial por un lado, y que no entren negros ni moritos ilegales por el otro. Así es la cosa. Si para ello hay que ser cómplice del quebranto a los DDHH humanos en los países del Magreb, se es, sin problema moral de ningún tipo. Ahora bien, el diario El País no puede sacar estas cosas a relucir. Sería poco menos que poner de manifiesto a las claras la indignidad que subyace tras el capitalismo, y las economías liberales que rigen los países tanto de un lado como del otro del Mediterráneo. Sería poco menos que reconocer que el capitalismo liberal antepone los intereses comerciales a los derechos humanos, así como trata a los humanos como mercancías y no como personas con derechos como tales. No, el diario El País no puede hacer jamás semejante revelación. Se puede castigar a los traidores sí, se puede ajusticiar a los que no comen de la mano de Don Cebriáncone, pero jamás a costa de poner en peligro la gallina de los huevos de oro de la que viven todos, unos y otros, los gobiernos de ambos lados de la frontera y los propietarios, accionistas y asalariados paniaguados de PRISA, es decir, el capitalismo explotador de personas y pueblos. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Si hay que cantarle las cuarenta al señor Moratinos, se le cantan, si hay que usar para ello un tema tan delicado como la complicidad con el quebranto de Derechos humanos por sistema, se hace, pero siempre a la manera de El País. Es decir, con sus intereses empresariales como único objetivo y con la manipulación, el sesgo informativo y la desinformación por bandera.

A otro perro con ese hueso de la Alianza de Civilizaciones, señor Cembrero. Que aquí ya tenemos los testículos llenos de vello.

------------------
[1] Del Pino, D. (2007): “El mes del Magreb de la política exterior español”. Afkar Ideas Nº13. Marzo.


[2] Martín, I. (2004): “El desarrollo de los intercambios económicos entre España y el Magreb desde la segunda mitad de los noventa" (pp. 68-70), en el libro Atlas de la Inmigración Marroquí en España, Bernabé López García y Mohamed Berriane (dirs.), Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos, Universidad Autónoma Ediciones, Madrid.


[3] SÁNCHEZ AROCA, I. (2009): “El gobierno compra el control migratorio”. Periódico Diagonal. Mayo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Prostitutas


No, aunque resulte extraño por el título de este artículo, no voy a hablar de esas mujeres que, por diversas circunstancias, unas más trágicas que otras, se ven obligadas a vender su cuerpo a cambio de dinero. Por estas prostitutas tengo el mayor de los respetos, y en muchos casos hasta un fuerte aprecio. Pido perdón incluso por el uso que voy a hacer de este término con un afán claramente despectivo. Seguramente no lo merezcan. Pero hay ocasiones en que el lenguaje te dota de una libertad que la moralidad personal no te permitiría. Esto es, que use la palabra prostituta para atacar la indignidad de ciertas personas, no es más que un recurso lingüístico, nada que ver con el insulto a las verdaderas prostitutas, algo que jamás haría. Quede claro.

Con este artículo en realidad quiero atacar sin piedad a esa otra clases de prostitutas (las indignas y miserables de verdad) que nos invaden cotidianamente a través de los medios de comunicación, tanto en prensa, como en radio, como en televisión. A esos periodistas, reporteros, opinantes, articulistas, presentadores de informativos y demás fauna que se someten inescrupulosamente a los designios de las empresas que les pagan para promover el odio, el ataque ideológico, la mentira, la calumnia, la manipulación y la falsedad contra todo aquello que no es del gusto de sus jefes, según la línea marcada ya desde el mismo momento en que firman su contrato de trabajo. Esos personajes repugnantes que tanto daño hacen a la sociedad, prostituyendo su libertad de expresión a cambio de unas cuantas monedas, convirtiendo el derecho a la información del conjunto de la ciudadanía en un obsceno derecho a la manipulación del conjunto de la sociedad por parte de los amos de los grandes conglomerados mediático-empresariales. Aquellos que a cambio de un sueldo y algo de reputación profesional (también hay putas con buena fama por la excelencia de sus servicios), son capaces de transformar la información en un mero proceso continuado de creación de opinión, según lo que le ordenan sus amos, que a la vez son también sus proxenetas y los clientes que gozan de sus servicios.

Aquellos que siempre estarán dispuestos a levantar su voz contra todos aquellos que les manden quienes les pagan, esgrimiendo como pretexto para ello su derecho a la libertad de expresión e incluso sus convicciones ideológicas personales, pero que jamás, digo bien, jamás, se atreverán a levantarla en contra de esos que llenan cada fin de mes sus cuentas bancarias por más que sean éstos quienes estén perturbando su derecho a la libertad de expresión o atentando contra sus convicciones ideológicas. Aquellos que se someten y callan cuando saben que el decir lo que piensan puede costarles el puesto de trabajo. Aquellos que hacen de la auto-censura un medio de vida y de supervivencia laboral. Aquellos que se sienten como pez en el agua cuando saben que están escribiendo, hablando o transmitiendo algo; un artículo, una noticia, un reportaje, lo que sea; que de una misma vez hace felices a sus amos y les resulta satisfactorio a ellos mismos, por ir acorde a sus propias convicciones personales. Los que jamás dirán nada cuando despiden a un compañero por atreverse a traspasar el límite marcado por los proxenetas. Los que jamás tendrán el mínimo remordimiento al saber que con su trabajo están mintiendo, engañando, manipulando y sesgando el derecho a la información de millones y millones de ciudadanos.

Sí, son prostitutas, y de la malas. Prostitutas de la comunicación. Prostitutas porque aceptan someterse a la voluntad de otro a cambio de dinero. Prostitutas porque venden su mente, y hasta sus propios derechos, para que quienes les pagan puedan satisfacer sus pretensiones e intereses personales o empresariales. Personas que se prestan a poner el culo gustosamente para que sus amos puedan dominar la sociedad a su antojo. Eslabones oxidados y putrefactos de una cadena que ahoga el derecho a la información y no tiene otro fin que encarcelar el verdadero derecho a la libertad de expresión de las personas, que no es otro que aquel fundamentado en el conocimiento real, veraz y objetivo de lo que ocurre en el mundo. Individuos que inundan la opinión social de tópicos "anti-todo-aquello-que-les-ordenan-sus-amos", y que a posteriori usan esos mismos tópicos para atacar sin piedad a quienes se atreven a defender lo que sus amos les han ordenado que ellos critiquen.

Uno de los últimos ejemplos de la labor de estas prostitutas de la comunicación lo tenemos en el último artículo publicado en el diario El País por la señora Elvira Lindo: Comunistas. Sin pudor ninguno, en él la señora Lindo se atreve a juzgar y condenar a una persona que no conoce de nada, simplemente porque esa persona se ha atrevido a declararse claramente y sin ambigüedades “comunista”, y a partir de ahí a todas aquellas personas que, de una u otra manera, comulgan con las ideas de la atacada en el artículo. Eso sí, con respeto progresista.

Tirando de manual, la señora Lindo mueve uno a uno los principales tópicos anti-comunistas que cualquier adolescente sin consciencia política ninguna podría repetirte de memoria, según lo ha aprendido previamente por boca de estas mismas prostitutas de la comunicación. Los Gulag y los millones de muertos del comunismo, lo mucho que gustan los comunistas de ser asalariados de la política mientras predican sus proclamas igualitarias, la crueldad de la dictadura cubana, lo anticuadas y obsoletas que son las ideas comunistas, etc. Todo el repertorio anti-comunista que cualquier "ciudadano-de-bien" debe conocer de memoria. Me resulta increíble pensar que una persona que ha tenido gran éxito escribiendo literatura infantil, tenga que recurrir a semejantes argumentos para atacar el comunismo, más aún, para atacar a una persona que se dice comunista. Lo mínimo que se podría esperar es que al menos lo hiciese con imaginación e ingenio, con talento. Qué menos para una escritora de tanto prestigio.

Pero he ahí precisamente otro rasgo de estas prostitutas de la comunicación: someten incluso su propio talento para ponerlo al servicio de lo que la empresa espera de ellas. No importa cuán brillante pueda ser lo escrito o dicho, lo que importa es que haga felices a quienes le pagan y llenan su cuenta corriente cada mes. Lo importante es seguir haciendo méritos. Lo importante es dejar satisfecho al cliente, y contento al proxeneta, para que el uno repita y el otro no las castigue con cualquier barrabasada. Lo importante es que los padrinos estén agradecidos con su trabajo y no les retiren su protección. Todo lo demás es secundario.

No, está muy claro, a la señora Lindo no le ocurrirá como al también escritor Rafael Reig, recientemente fulminado como articulista de opinión en el diario Público precisamente por defender la condición comunista de Miguel Hernández. No, a ella no le pasará jamás esto. A ella no la dejarán nunca sin epacio para opinar por expresarse sin miedos ni tabús, por atreverse a ser fiel a sus convicciones y defenderlas, aun a riesgo de su propia estabilidad laboral.

Porque a la señora Lindo, a la cual se le presupone un cierto talante respetuoso y comprometido con las libertades y derechos ciudadanos, jamás la veremos escribiendo en El País acerca de la aberrante manipulación que continuamente tal diario hace sobre la realidad política de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, la misma Cuba o Honduras, tan evidente y clara que cualquier ciudadano con un mínimo de consciencia política debería sentirse avergonzado, mucho más si eres parte directa de ese medio. Pero a la señora Lindo esto no le importa. Ni tampoco se atreverá a sacar algo, como sí hiciese el Roto, para cuestionar y criticar el chantaje de la empresa que le paga a sus trabajadores cuando hay ciertas negociaciones laborales de por medio. Igualmente, la señora Lindo ni se molestará porque El País brinde sus páginas para el ataque personal a quienes se atreven a cuestionar los dogmas establecidos en ciertas cuestiones por las multinacionales farmacéuticas, tal cual ha pasado recientemente con el caso de la monja Teresa Forcades, y si lo hace no la veremos escribir sobre ello: ella al fin de cuentas estará con El País... y con las multinacionales farmacéuticas. Tampoco escribirá algo, ella que va tan de progre y respetuosa con la libertad, para defender la dignidad de las personas que están a favor del libre intercambio de archivos p2p en la red, cuando alguno de sus compañeros de opinión en el diario, como ha ocurrido esta misma semana, se atreve a tratarlos poco menos que como a terroristas.

En fin, nada de esto le veremos jamás hacer a la demócrata empedernida de Elvira Lindo, la de las ideas modernas, la progresista, la que no está anticuada, la que le va tan bien, no como a los comunistas. Ella jamás morderá la mano del amo que le da de comer. Ella jamás se atreverá a criticar en público al medio que le paga o algunas de las continuas aberraciones periodísticas que desde este medio se vierten a diario en contra del verdadero derecho a la información de la ciudadanía.

Ella simplemente es una puta de la comunicación, no se puede esperar más.