sábado, 19 de diciembre de 2009

La farsa electoral hondureña al descubierto


Seguimiento, comparativas y proyecciones de los resultados dados por el TSE hondureño el pasado 29 de Noviemebre y los datos que a posterioridad han ido haciendo públicos mediante sucesivos informes públicos y los datos del conteo aparecidos en la propia web del TSE. La farsa de la "alta participación", según vendieron al mundo la noche del 29 de noviemebre, al descubierto...

http://www.kaosenlared.net/noticia/continuan-cayendo-mascaras-farsa-electoral-honduras


http://www.kaosenlared.net/noticia/29-noviembre-honduras-gran-farsa-descubierto-segun-datos-propio-tse

De matrimonios católicos, sexualidad y comportamientos anti naturales


I

Dice el Papa Benedicto XVI que el matrimonio homosexual es anti-natura. Que un hombre se case con otro hombre, o una mujer con otra mujer, no tiene cabida para esta gente de moral intachable e imperturbable en eso que ellos llaman la "ley natural", una ley que es distinta a la ley revelada, y que está vigente en aquellas cosas que los seres humanos podemos conocer por medio de la razón; es decir, lo que está al alcance de la razón sin recurso a la fe. En pocas palabras, es algo así como el conocimiento intuitivo, cuyos preceptos se captan a través de una reflexión racional para con uno mismo, que ha de tener todo ser humano acercca de la validez universal que se desprende de las principales doctrinas morales asociadas a la fe católica, pues estas estarían impresas en nuestra naturaleza existencial más profunda. Si usted no las ha encontrado aún, no se preocupe, es que simplemente no ha dedicado suficiente tiempo para buscarlas. Pero estar, están. Ya se encargan los Papas, auténticos Sherlock Holmes para con estas cuestiones, de buscarlas por usted, encontrarlas de todas, todas, y recordárselas. No hay un solo precepto de la ley moral natural que pueda escapar a las sabias exploraciones de estos representantes de Dios en la tierra.

Total, que ya lo saben, el matrimonio homosexual es contra natura y punto. Lo ha dicho el Papa. No se atreva usted a contradecirlo, o vaya preparando abundante crema solar del 50 para cuando le toque la hora de cruzar las puertas del infierno. Pero no solo es anti-natura, también es anti-natural. La naturaleza, ente sabio donde los haya, aunque, por supuesto, no más sabio que Dios, que por algo fue quien la creo a partir de sí mismo y de su inagotable sabiduría e imaginación (un día que estaba aburrido y solo para demostrar que era superior a Chuck Norris), ha dotado a la especie humana de machos y hembras no por capricho, sino para que estos puedan casarse, fornicar, tener hijos y todas esas cosas que ya ustedes conocen. Tan sabia es la naturaleza que a donde a uno le puso un palito, a la otra le puso un agujerito. Y tanto monta, monta tanto, que “si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta”. Como decimos, la naturaleza es sabia (la autora de la cita anterior no, pero qué vamos a hacerle).

II

Ahora bien, a Dios, en su inagotable sabiduría, se le pasó por encima un detalle en el momento de la creación: convertir también el matrimonio católico en algo natural. ¿O acaso los seres humanos ya nacemos casados por la Iglesia? Es más, ¿cuántos animalitos conocen ustedes que hayan pasado por la vicaría? No, no parece que el matrimonio católico, visto así, desde los fundamentos biológicos de nuestra existencia, o desde las pautas que se dan de forma mayoritaria entre el global de las especies animales que habitan en el conjunto de la naturaleza, sea algo que se pueda considerar como muy natural. Es más, podríamos decir que todo lo contrario.

Si, según la ciencia, existen en torno a 1.000.000 de especies animales conocidas, y solo una de ellas, que se sepa, tiene entre sus conductas vitales hacer uso de este tipo de matrimonio católico, esto quiere decir que tan solo el 0,000001% de las especies animales existentes tienen entre sus comportamientos el casarse según dictan las normas de la Iglesia. Si, como deciamos antes, se sabe además que los miembros (y miembras) de esa única especie no nacen ya casados por tal rito, sino que es algo que han de realizar a lo largo de sus respectivas vidas, y a la misma vez se sabe que más de dos tercios de esos miembros (y miembras) de la especie humana no profesan la religión católica y, por tanto, quedan descartados de tal grupo, la cosa va quedando en un marco cada vez más reducido y antinatural. Si encima buena parte de los que supuestamente viven en naciones donde tal religión es mayoritaria, y aun habiendo sido bautizados en dichas creencias, tampoco optan finalmente por casarse según marca la doctrina católica, el tema ya es chistoso. De natural tiene poco o nada, más bien nada.

III

No, no me he vuelto loco. Tampoco estoy tratando de reírme de la inteligencia del lector, todo lo contrario. Si absurdo es el razonamiento anterior, que lo es, igual de absurdo resulta todo aquel razonamiento que trate de equiparar la sexualidad humana con los comportamientos de la naturaleza, o con las pautas mayoritarias presentes en el conjunto de esta. La sexualidad humana, al igual que la institución del matrimonio católico, no es algo natural, sino cultural. Así que hablar de sexualidad humana o de matrimonio católico es hablar en ambos casos de una misma cosa: la cultura humana.

Por ello, al igual que ocurre en el caso de los enlaces matrimoniales o de parentesco, son las reglas culturales de unos y otros pueblos del mundo quienes determinan cuáles son los comportamientos sexuales aceptados como válidos y socialmente reconocidos en el seno de una determinada comunidad humana. La ciencia antropológica ha dado buena cuenta de ello en sus estudios a lo largo y ancho del Planeta entre la multitud de culturas existentes. Salvo algunos tabús que parecen estar presentes en la práctica totalidad de las culturas, como es el caso del incesto (aunque tal concepto varía según la cultura en cuestión), las prácticas sexuales son tan variadas como pueden serlo las prácticas matrimoniales, o las prácticas gastronómicas. De hecho, bajo un análisis cultural, la sexualidad sería a la reproducción algo así como lo que la gastronomía es a la alimentación: una práctica cultural vinculada a unos determinados fundamentos biológicos, pero no por ello una práctica biológica.

Es decir, que haya un fundamento biológico que sustente de alguna manera tales prácticas culturales (bien por la satisfacción de necesidades biológicas, bien por su relación con el placer captado a través de los órganos sensoriales), no implica en ningún caso que el modo diverso en como las diferentes culturas del mundo las llevan a cabo sea una cuestión natural y no algo culturalmente determinado y delimitado. Una cosa es la cultura y otra muy distinta los fundamentos biológicos que se puedan dejar entrever a partir de ciertas prácticas humanas vinculadas con esta.

En consecuencia, cualquier argumento que trate de relacionar, en una misma disertación lógica, sexualidad y naturaleza, para obtener a través de ello una conclusión acerca de lo antinatural que resulta una determinada práctica sexual, será igual de válido (o de absurdo) que aquellos otros argumentos, como el dado por mí con anterioridad, que traten de equiparar matrimonio católico y naturaleza para tales efectos: lo que es cultural es cultural, y queda exento, en cuanto a tal, de cualquier vínculo real con las leyes de la naturaleza.

No hay, pues, una ley natural para la sexualidad, como no hay una ley natural para el matrimonio. Lo único que hay son leyes morales, comportamientos e instituciones culturales, nada más.

IV

Pero incluso si aceptásemos con válida la falacia que trata de vincular el matrimonio homosexual con las leyes de la naturaleza o con aquellos comportamientos determinados naturalmente que a su vez son mayoritarios en el conjunto de las especies animales existentes, el matrimonio homosexual no sería menos anti-natural que el matrimonio católico.

Un matrimonio católico se define por ser un vínculo entre un hombre y una mujer, sustentado, por tanto, en una relación de monogamia y monoandria, en cuyo compromiso se juran fidelidad eterna tanto desde una perspectiva sexual como desde una perspectiva de proyecto de vida “hasta que la muerte los separe”. Ahora bien, ni la monogamia, ni la monoandria, y mucho menos la fidelidad sexual, son comportamientos habituales en la naturaleza, sino todo lo contrario.

Según se sabe por estudios llevados a cabo entre biólogos y etólogos, sólo el 5% de los mamíferos, nuestros parientes más directos, son monogámicos. Entre los insectos, que cuentan con el mayor número de especies animales existentes, apenas si se han constatado unos pocos casos de relaciones monogámicas. Únicamente en el caso de las aves parece ser un comportamiento más extendido. Incluso entre los seres humanos, según un estudio de estructura social que abarcaba 238 diferentes sociedades humanas alrededor del planeta del antropólogo George Murdock, el matrimonio monógamo estaba presente en solo 43 de ellas; esto es, un porcentaje de alrededor del 16%. Tenemos, pues, un 84% de sociedades humanas que no han debido profundizar los suficiente en la búsqueda de la "ley natural" de la que el Papa nos habla como máxima guía y referente. El infierno no va a tener hueco suficiente para tanto pecador.

Pero si extraños son los comportamientos monogámicos en la naturaleza, mucho más extraños aún resultan los comportamientos animales sustentados en una fidelidad sexual macho/hembra. Incluso entre las especies que se consideraban monogámicas hay pocas, si es que hay alguna, que sean realmente monogámicas desde una perspectiva sexual. Diversos estudios científicos han puesto de manifiesto que en multitud de ocasiones los machos de una determinada pareja animal cuidan hijos que no han sido engendrados por ellos mismos. David P. Barash explica bien este tema en su famoso artículo “desinflando el mito de la monogamia”. En el mundo animal, al igual que ocurre en tantas ocasiones en el mundo de los humanos, la monogamia “social” no se corresponde con una verdadera monogamia “sexual”. La inmensa mayoría de las especies que han sido identificadas por los científicos como monógamas, son en realidad promiscuas desde una perspectiva sexual, y esto afecta por igual tanto a machos como a hembras, según la especie en cuestión. Las pruebas de ADN hechas por los científicos a las diversas especies consideradas monogámicas han ido demostrado que si bien algunos animales son socialmente monógamos, establecen relaciones estables, sexualmente apuestan por la poligamia; incluso los cisnes y los gansos, que hasta ahora se tomaban como ejemplos de fidelidad en el reino animal, resulta que les ponen los "cuernos" a sus “cónyuges”.

Así que, sabido esto, podemos afirmar con toda rotundidad que si la homosexualidad es tachada por estos señores de rancia sotana como un comportamiento anti-natural, a pesar de ser conocido también que existen abundantes muestras de comportamientos homosexuales en determinadas especies animales, no es en realidad menos anti-natural que cualquiera de las principales características de lo que se conoce como un matrimonio católico. De hecho, no hay nada más antinatural, en lo que se refiere a comportamientos sexuales, que la fidelidad sexual, santo y seña del matrimonio católico tradicional. Pero no verán ustedes a ningún Papa diciendo que tal cosa atenta contra la ley natural o es un comportamiento contra-natura. Son así de hipócritas.

V

Por supuesto, todos estos argumentos, como ya se ha dicho antes, dejan de tener cualquier tipo de validez lógica desde el mismo momento en que se acepta que las conductas sexuales de los seres humanos, a diferencia de las que tienen la inmensa mayoría de las especies animales existentes, son una manifestación más de la cultura humana, y no un rasgo propio de su naturaleza.

Nada puede haber anti-natural en la sexualidad humana, como nada puede haber antinatural en las relaciones matrimoniales o de parentesco que se establezcan en las diferentes sociedades existentes. Lo único que hay, como mucho, son comportamientos sexuales contra-culturales o que no van en la linea de los comumente desarrollados por la mayoría social. Lo que los católicos llaman un comportamiento anti-natural, en realidad no es más que un comportamiento opuesto a la moralidad mojigata y represiva que históricamente el catolicismo ha impuesto a las prácticas sexuales de aquellas sociedades donde ha estado presente. Nada más. Y nada menos.

Afortunadamente, las leyes civiles poco a poco han ido apartándose de la senda impuesta por esta moralidad represiva. La aprobación del matrimonio homosexual que cada vez se va extendiendo por más rincones del mundo, así como la despenalización de la misma práctica de la homosexualidad, es sólo una muestra más de este avance hacia una sociedad verdaderamente liberada desde una perspectiva sexual, que no solo debe respetar las prácticas sexuales de todos sus ciudadanos y ciudadanas (siempre y cuando sean prácticas voluntarias y mutuamente consentidas entre personas adultas y en uso de sus plenas facultades mentales), sino que además debe ajustar necesariamente su legalidad civil a las diversas realidades sentimentales y/o matrimoniales que puedan derivarse de ello. No queda otro camino si abordamos la cuestión desde una perspectiva de derechos humanos, la auténtica y verdadera "ley natural" por la que deberíamos regirnos todas las sociedades del planeta.

VI

Por cierto, que para comportamiento verdaderamente antinatural, la abstinencia sexual a la que se ven obligados curas y monjas. Eso sí que no lo encontrarán en una sola especie de la naturaleza.

Otra muestra más de lo absurda que puede llegar a ser a veces la cultura humana. Sobre todo si tiene su amparo en eso que el Papa y los suyos llaman la "ley moral natural", que en realidad es, naturalmente, cualquier cosa menos natural.

martes, 15 de diciembre de 2009

De secuestros, "españoles-de-bien" e hipocresía


¡No salimos de una y ya estamos metidos en otra! Comentaba alguien, entre cerveza y cerveza, en la barra de una céntrica cafetería granadina. ¡Sí, es verdad, sí! respondía su acompañante. ¿Hablaban de las crisis periódicas del capitalismo?, ¿de las empresas con beneficios que lanzan EREs como quien hace churros?, ¿de las guerras imperialistas? Nada que ver. Hablaban, muy apenados, del secuestro de “compatriotas” en tierras africanas. ¿Qué le habremos hecho los españoles para que nos traten así? Se preguntaba finalmente uno de estos analistas políticos de tapita y cerveza fría.

Hablaban, claro, del secuestro de tres cooperantes españoles en Mauritania, reivindicado supuestamente por Al Qaeda en el Magreb. La cercanía en el tiempo con el secuestro en aguas de Somalia del atunero vasco “Alakrana”, hacía lo demás. Después de todo el lío mediático y político que se formó con el caso del pesquero, la noticia del secuestro de estos tres cooperantes, otra vez en tierras africanas, no ha hecho más que aumentar la indignación de tantos “españoles-de-bien” que sufren por cuanto le pueda suceder a cualquier otro “español-de-bien” allende las fronteras patrias.

En esa categoría, por supuesto, no quedan incluidos los ciudadanos del Estado Español recientemente detenidos en Grecia por la policía de aquel país en las jornadas de protesta vividas por el aniversario del asesinato de un joven griego a manos de la policía, o algunos otros “compatriotas” que fueron detenidos en su momento por participar en la lucha contra el Golpe de Estado en Honduras. Nadie, ningún “español-de-bien”, mucho menos la prensa “española-de-bien”, se preocupará por la situación en la que han quedado o quedaron esos detenidos tras el hecho. Si usted se quiere enterar de las condiciones en que han sido tratados estos ciudadanos, o cuál es el futuro legal que les espera, más vale que conozca a alguien de su familia, de lo contrario no espere nada. ¡Algo habrán hecho para estar así! Dirán lo “españoles-de-bien”.
En cambio, siempre que haya de por medio algún enemigo al que poder atacar y del cual sacar rédito políticamente, a nivel de política interna o internacional, la cosa será bien diferente. Noticias y más noticias, portadas y más portadas, artículos de opinión, editoriales, reportajes especiales, entrevistas a los familiares, en fin, toda la parafernalia típica en la cobertura de los “dramas” que pueden tener algún tipo de interés mediático, ya sea por sus réditos políticos, ya sea por el nivel de morbo que desata en la población y las altas audiencias que genera. Los políticos hablarán y hablarán del asunto, darán ruedas de prensa, harán sus tours por las cadenas de televisión y de radio que los llamen para opinar al respecto, buscarán el modo de adecuar su discurso a la coyuntura sociológica del momento, y no dudarán en usar a las (pobres) víctimas de estos sucesos para aspirar a arrancar algunos votos a sus contrincantes, o para atacar impiadosamente a quienes así lo estimen oportuno, sobre todo sin hablamos de “piratas” o “fundamentalistas”. Y una mayoría de la población, la de los “españoles-de-bien”, aplaudirán a unos y otros. Todo sea por el bien de la patria, la seguridad y la vida de los “españoles-de-bien”.

Si algunas voces se alzan pidiendo que se realicen ataques militares contra los que han tenido la osadía de secuestrar un barco español, contra esos "negritos-muertos-de-hambre" que se han atrevido a profanar suelo español (como tal consta un barco con bandera española según la legalidad establecida), si se pide que se los castigue sin piedad y se los persiga hasta verlos muertos en sus propios países, incluso con intervención de las fuerzas de la OTAN, los “españoles-de-bien” dirán, ¡oh sí!, ¡todo por la patria!. Si días más tarde varios guardias civiles españoles son arrestados en aguas gibraltareñas por las fuerzas de seguridad del peñón, nadie dirá que hay que atacar militarmente a los llanitos, no vaya a ser que al ejército británico le dé por responder, y la liamos. Cuando ciertos barcos españoles fueron arrestados en aguas canadienses en la llamada “Guerra del Fletán”, con Canadá a un paso de declarar oficialmente la guerra a España, tampoco hubo nadie, entre los “españoles-de-bien”, que se plantease atacar a los cuerpos canadienses que habían secuestrado los barcos españoles (declarado oficialmente por la propia España y toda la UE en su conjunto como un acto de piratería). Claro, estos tampoco son “negritos-muertos-de-hambre” que no pueden defenderse. Los “españoles-de-bien” son tipos duros, pero no tontos. El matón de la clase nunca golpea al matón de la clase de un curso superior al suyo.

Si un tipo sale en televisión diciendo que hay que matar a 15 o 20 terroristas para liberar a los cooperantes españoles retenidos en Mauritania, los “españoles-de-bien” no se echarán las manos a la cabeza. Todo lo contrario. Si ese tipo es (supuestamente) atacado días después por un desconocido, saldrán en masa a darle su solidaridad y a defender su derecho a la libertad de expresión. ¡Como si hay que matar a 15 o 20 mil! Pensarán. Si mañana alguien saliese diciendo que el ejército español debe ir a Mauritania a perseguir, atacar y masacrar a Al Qaeda, como el ejército de los EEUU hizo en su momento en Afganistán, a los “españoles-de-bien” no les parecerá una medida excesiva, siempre y cuando se pueda garantizar la seguridad de los secuestrados. Otra cosa es que exista un riesgo para los secuestrados en esa operación, ante lo cual, como ya ocurriese en el caso del Alakrana, algunos de estos “españoles-de-bien” se opondrán; como si la única vida que importa ahí es la de los españoles secuestrados y nada más.

En cualquier caso, siempre que haya un secuestro de un ciudadano español en tierras africanas a manos de sujetos no pertenecientes a grupos de poder vinculados con los intereses políticos o económicos de las burguesías españolas en la zona, el escándalo, impulsado desde los medios de comunicación, será mayúsculo. Los “españoles-de-bien” se conmocionarán por unos días y cualquier medida que se adopte para desagraviar a la patria, liberando a los secuestrados y ajusticiando a los secuestradores, será bien vista, por dura que sea, y entre o no dentro de la legalidad establecida. Pero, ¿qué ocurre si los secuestrados son africanos en tierras españolas? Pues nada, que va a ocurrir, nada: que los “españoles-de-bien” seguirán tranquilamente sentados en sus sofás, viendo fútbol, el diario de Patricia o los informativos de la primera, mientras enfrente de sus casas tienen a miles de seres humanos en condiciones más propias de animales que de personas.

Y como muestra un botón: Un 40% de los inmigrantes ingresados en los centros de internamiento sufre malos tratos físicos o psicológicos.

El informe “Situación de los Centros de Internamiento para Extranjeros en España. Conversaciones junto al muro”, dirigido por el psiquiatra Pau Pérez-Sales, nos dice con toda claridad que la situación en la que se encuentran los inmigrantes no comunitarios ingresados en estos pequeños “Guantánamo” situados en el mismo corazón de la “España-de-bien”, si no es un secuestro, es algo que se le parece mucho: “La vida en los CIE es insoportable. Hasta 250 personas están hacinadas en un espacio reducido, encerradas en una habitación con gente que no conocen de nada y con la incertidumbre de no saber qué harán con ellos. Ni siquiera saben si van a salir o no; si volverán a ver a sus familias o si les repatriarán a sus países. Además, en los CIE no se puede practicar ningún tipo de actividad. Está incluso vetado el acceso a Internet. La presión psicológica que sufren es muy dura", asegura en una entrevista el psiquiatra encargado de dirigir el informe.

Según asegura el informe, “siguen apareciendo de manera regular en diferentes centros las quejas por las condiciones de hacinamiento, alimentación, régimen de visitas o comunicaciones y otras recogidas en informes de prensa, organizaciones de la sociedad civil y defensor del pueblo, con protestas y huelgas de hambre en diferentes momentos”. Es decir, que no es una situación coyuntural, que no es algo que se dé una vez cada mucho tiempo, sino que es una situación continua y constante, de cada día, de cada noche, en la cual tienen que convivir como mejor pueden miles de personas al año. Pero no, aquí no hay escándalo ninguno.

El “español-de-bien”, indignado, enciende su televisión, enchufa su radio, compra su diario de la mañana, para saber qué tal va la situación de los (pobres) españoles secuestrados en África, mientras cierra su ventana para no tener que ver la situación en la que viven, enfrente mismo de su casa, miles de secuestrados (en su mayor parte africanos) en las condiciones más inhumanas y lamentables posibles. Algunos incluso, preocupados por esta noticia, han empezado a pedir que se aceleren los trámites de expulsión de los internos, que estamos en crisis y el Estado no puede soportar tanto gasto innecesario. Igual algún día, a esos mismos que hoy expulsan, se los acaban encontrando de piratas en Somalia, en las filas de Al Qaeda, o en cualquier otra de las múltiples formas que se puedan dar para secuestrar “españoles-de-bien” por aquellos tierras. Y volverán a escandalizarse.

El “español-de-bien” es así: un hipócrita por naturaleza.

Andalucía: prohibido existir


Hay que borrar el mapa a Andalucía. Esa es la consigna. No del mapa geográfico, obviamente no existe la tecnología necesaria como para hacer un corte por Despeñaperros y dejarnos a la deriva en el mar, cual nueva isla. Y aun existiendo, tampoco lo harían: les costaría muchos millones de euros dejar de hacer negocio diariamente con nuestros recursos económicos y humanos, dejar de usurpar nuestras riquezas y explotar el sudor de nuestras frentes.

Hay que borrarnos del otro mapa, del mapa simbólico; del mapa de las identidades nacionales con cultura propia. Es decir, del mapa a través del cual los pueblos se hacen naciones con derechos políticos. De ese mapa hay que sacar a Andalucía, cueste lo cueste. No vaya a ser que un día al pueblo andaluz le dé por levantarse y luchar de verdad, de una vez y para siempre.

No es nada nuevo. Andalucía es la comunidad autónoma más poblada del Estado Español. Es, por tanto, la que tiene un mayor número de votantes censados y a la que corresponden el mayor número de diputados en el Congreso Español, incluso después de haber metido la tijera y haber dado a Andalucía una ratio población/diputado muy por debajo de la media en el conjunto del Estado. Es también un granero de votos para los principales partidos españoles, especialmente el PSOE. Sin embargo, cada año que pasa, uno tras otro, todos los años igual, los andaluces contemplamos la triste realidad que afecta al papel de nuestra política autóctona en el conjunto del Estado: la palabra Andalucía no es si quiera pronunciada en los sucesivos debates sobre el estado de la “nación” que periódicamente se realizan en el parlamento español. Andalucía no existe. El silencio, ante tal hecho, de nuestras voces ciudadanas así lo confirma también: ni un solo diputado electo por Andalucía es de consciencia y obediencia andaluza. Culpa nuestra, por supuesto. Andalucía no existe, poco a poco tampoco para los propios andaluces/zas.

Pero no es de extrañar. Uno sabe cómo se llama, dónde ha nacido, quién es su familia, en fin, todo aquello relacionado con los aspectos circunstanciales de su vida porque algún día así lo aprendió, habiéndolo rememorada cotidianamente después según su propia experiencia existencial. Los Andaluces/zas quisimos un día saber cuál era nuestro nombre, de dónde veníamos, quiénes éramos, en fin, reconocer nuestra identidad, y así lo hicimos. Alzamos nuestras voces para preguntar, para exigir, para decir que aquí estábamos y que teníamos que ser escuchados. Fue un largo y farragoso proceso. Desde un 4 de Diciembre de 1977 a un 20 de octubre de 1981, pasando por un 28 de febrero de 1980. De la movilización de masas, a la aprobación formal del primer estatuto de autonomía, pasando por aquella prueba del referéndum para saber qué vía queríamos para el estatuto, si la opción de máximos (art. 151 CE), o la opción de mínimos (art. 143 CE). Queríamos la de máximos. Exigíamos la de máximos. Nos ganamos democráticamente la de máximos, pero nos condenaron, ya desde el principio, a la de mínimos.

Eran tiempos en que un partido nacionalista andaluz, llamado además, para más inri, socialista, lograba sacar grupo propio de diputados en el parlamento español. Tiempos en que la política andaluza ocupaba todo tipo de portadas e informaciones radiofónicas y televisivas a nivel estatal. Tiempos en que la política española, de España como estado y de sus diferentes naciones, se veía obligada a mirar con lupa todo lo que ocurría en eso que ellos siempre llamaron despectivamente “el sur”. Tiempos en que la voz de un pueblo humilde, trabajador, pacífico pero vigoroso, fue capaz de levantarse y pedir reconocimiento. Tiempos en los que las encuestas sobre temas identitarios arrojaban resultados como este: Sólo español (19%), más español que andaluz (6%), igual de andaluz que de español (47%), más andaluz que español (9%), sólo andaluz (18%). Tiempos, en definitiva, de consciencia política de un pueblo, tiempos en los que la identidad del pueblo andaluz pedía paso a voz llena. Pero ahí terminó todo.

Aquella afrenta, aquel desafío al Estado, aquella victoria política del pueblo andaluz frente a los poderes establecidos dentro y fuera de Andalucía, debía ser castigada. Andalucía, desde aquel mismo momento, debía dejar de existir. Miedo, mucho viendo. Y vergüenza, muy poca vergüenza.

El Estado Español no se podía permitir una nueva Euskal Herría, una nueva Cataluña, una nueva Galicia en Andalucía. ¡No! En Andalucía no. Andalucía es lo suficientemente importante dentro de la estructura económico-capitalista del Estado Español como para tenerla constantemente en un clima de crispación y enfrentamiento político con el Estado. Andalucía debía morir. Andalucía debía ser silenciada. Andalucía debía volver al redil, a comer de la mano de su amo, y a obedecer la voz de sus dueños burgueses dentro y fuera de Andalucía. Andalucía no podía, no debía tener voz propia. Había que silenciar Andalucía de una vez y para siempre. Había que prohibirle su existencia, negándole su identidad nacional.

La selección española de fútbol, que había jugado el mundial de 1980 en Madrid y Valencia, debía ir a jugar de manera perenne en Andalucía. Sevilla, aquella Sevilla que al grito de “solo queremos banderas andaluzas” había tenido la osadía de desafiar los mandatos españoles, se debía llenar de banderas rojigualdas cada pocos meses.

El día de Andalucía debía ser el 28 de febrero y no el 4 de Diciembre. Lo popular y de masas, difícilmente interpretable fuera de un contexto de peticiones identitarias, era sustituido por lo institucional y fácilmente manipulable por el poder. La gloria del 4 de Diciembre dejó paso a la farsa del 28 de febrero.

Hacía falta también una radio y una televisión autonómica, no de Andalucía, si no del “Sur”. Los medios de comunicación públicos de Cataluña son de Cataluña (TV3-Televisión de Cataluña, Cataluña Radio, etc.), los del País Vasco son del País Vasco (Euskal Telebista, etc.), los de Galicia son de Galicia (TVG, etc.), incluso los de Canarias, Valencia, Castilla La Mancha, Baleares, etc. son de Canarias, Valencia, Castilla La Mancha, Baleares, etc. Los de Andalucía, en cambio, no podían ser de "Andalucía". Los de Andalucía (“Canal Sur”, “Canal Sur Radio”, etc.) tenían que ser del “SUR”: del “SUR” de España .

Por supuesto, en tal medio de comunicación autonómico se debía hablar en un castellano estándar, o, como mucho, en un andaluz cutre que no lo hablan más que los actores de sus telenovelas. Nada de hablar en andaluz. Así sigue siendo.

En los colegios andaluces se debía estudiar la Constitución Española de Cádiz de 1812, pero no se puede hacer mención alguna, ni por asomo, al proyecto de constitución federal andaluza de 1883, elaborado en la ciudad de Antequera.

Los reyes godos son reyes españoles, pero los reyes de Al Andalus son reyes árabes.

Séneca, Averroes, Maimonides, nacidos en Andalucía, no son andaluces, son Romanos o árabes, porque su cultura era la romana o la árabe-andalusí, dicen. En cambio, Picasso, Lorca, Velázquez, Alberti, Miguel Hernández, Manuel de Falla, y tantos otros andaluces, aunque nacidos en Andalucía y de cultura andaluza, son pintores, poetas, o compositores españoles, aunque no haya nada semejante a algo así como una "cultura española".

Eso sí, la “guitarra clásica”, introducida en la península por los árabes y desarrollada en sus formas actuales hacia el año 1790 en Andalucía (cuando una sexta cuerda le fue agregada al laúd árabe) no es ni “guitarra árabe” ni “guitarra andaluza”, es la “guitarra española”.

El traje de “Sevillanas”, el sombrero cordobés, las castañuelas, y tantas otras cosas características de la iconografía andaluza (¡incluso el propio toro de Osborne es original de Andalucía!), tampoco son andaluces: cada artículo del estilo que se lleva un turista de Andalucía va acompañado con su respectiva bandera española. Pasen por las tiendas de las ciudades turísticas andaluzas y lo podrán comprobar.

Incluso el flamenco ya ha dejado de ser un “arte andaluz”, para convertirse en un “arte universal”. Eso sí, universal pero con origen y raíces en “España” cuando hay que venderlo en el mundo.
Hasta el caballo pura sangre andaluz, en todo el mundo conocido como “caballo andaluz”, en España es conocido como “pura raza español”. No hace falta decir nada más.

Andalucía no existe. Andalucía no es nada. ¿Dónde vamos entonces a buscar los andaluces para encontrar nuestra identidad? Si lo político ha sido anulado, lo cultural sojuzgado y fagotizado, y la historia oficial se cuenta siempre según la visión hegemónica de una Andalucía como culmen de los español, o se anulan de pleno los hechos históricos que puedan profundizar en la historia reivindicativa, popular e identitaria de Andalucía, ¿cómo podemos los andaluces encontrarnos a nosotros mismos? No, es imposible.

Sabemos que existimos, pero no sabemos quiénes somos. No es de extrañar, por tanto, que en su momento alguien escribiese de nosotros: “Los andaluces, en contra de la opinión común, son más nacionalistas que nadie. No se hacen preguntas sobre la especificidad de su cultura «frente» a otras porque suponen, ayudados por el efecto beneficioso de la manzanilla de Sanlúcar, que la suya es la única cultura posible, y cualquiera, consecuentemente, se integrará en ella entusiasta y voluntariamente. Practican un universalismo fagocitador de culturas, una especie históricamente exitosa de mestizaje. Su cultura, de hecho, es su única patria y no consideran al no «integrado» un mal patriota, sino simplemente un bicho raro al que ofrecen, como fórmula de integración, la inmersión etílico-ritual en la fiesta”. Saben que somos conscientes de nuestra identidad, de nuestra existencia, pero incapaces de transformar tal hecho en una constante reivindicación política que nos sirva para cambiar el rumbo de nuestro futuro como vagón de cola de España y de Europa. Y, claro, se ríen de nosotr@s. No podemos culparlos por ello. La culpa es nuestra y solo nuestra. Seguimos callados, aguantando, en una palabra, sometidos. Reírse de nosotros es algo así como reírse del tonto de la clase. Algo fácil.

Ahora, en menos de un mes, hemos tenido una nueva demostración de lo fácil que resulta reírse de Andalucía, de lo sencillo que es para los poderes establecidos, dentro y fuera de Andalucía, anular, someter y atacar Andalucía sin que los andaluces/zas se sientan ofendidos y/o indignados por ello. Más aun, contando incluso con la complacencia y aprobación de muchos de esos mismos andaluces y andaluzas a los que se humilla, se somete y se anula identitariamente.

Primero fue el pago de la "deuda histórica" por el Estado en base a unos terrenos previamente robados a los andaluces de sus propias tierras. Primero nos quitan las tierras, las declaran “suelo público” español, y luego nos las devuelven en forma de pago de una deuda histórica que ese mismo Estado Español ha desarrollado para con Andalucía, en base, precisamente, a ese y otros muchos episodios de apropiación forzada de lo andaluz.

Luego vino el esperpento del 4 de Diciembre. Ese día, día nacional de Andalucía para muchos andaluces, dan banderas españolas a los niñ@s en los colegios y hasta en las guarderías de Andalucía, mientras la historia oficial oculta los hechos acaecidos en 1977 a lo largo y ancho de la nación andaluza. Tanto es así que la inmensa mayoría del pueblo andaluz, sobre todo si son nacidos después de 1975, ignoran por completo que pasó ese día en Andalucía. Nadie se lo ha explicado en la escuela. Así resulta más sencillo poder llenar de banderas españolas una fecha tan simbólica para el pueblo andaluz... y que nadie diga nada.

Finalmente nos acabamos de enterar que la selección nacional andaluza no celebrará su tradicional partido de navidad por segundo año consecutivo. Tampoco es de extrañar. En los últimos años que el partido fue disputado, las gradas se poblaron de banderas andaluzas y de pancartas alusivas a los derechos nacionales de Andalucía. Tanto en Cádiz y en Sevilla como en Jerez se hizo presente la voz de esa parte del pueblo andaluz que se niega a ser silenciada, de esa parte del pueblo andaluz que aún cree posible luchar por la defensa de nuestra identidad nacional y nuestros derechos políticos como pueblo. De esa parte del pueblo andaluz que se indigna y se levanta ante todo lo que en este artículo estamos relatando, y otras muchas cosas más. Así que había que acabar con el partido. Ni un hueco para la identidad nacional. Los andaluces/zas no podían ver, cada navidad, como una parte de un estadio de fútbol se llenaba de banderas andaluzas con una estrella roja y lanzaba gritos a favor de los derechos políticos de Andalucía, a una misma vez que el resto de los andaluces/zas se comía tranquilamente el turrón viendo el fútbol desde sus casas.

Entre tanto, eso sí, el Ayuntamiento de Sevilla ha levantado una estatua a la Duquesa de Alba, flor y nata de la más rancia tradición terrateniente andaluza, esa misma que por siglos ha explotado sin piedad al jornalero andaluz, esa misma que, en connivencia con los poderes fácticos del Estado Español, relegó a Andalucía a la condición de economía dependiente y subdesarrollada, mientras los andaluces tenían que emigrar por millones a buscarse un futuro mejor lejos de su tierra. Un hecho, que si lo sumamos a todo lo anterior, cobra mayor simbolismo: es la culminación de todo un largo proceso de humillación del pueblo trabajador andaluz, en un país donde se castiga a los que luchan por su identidad, y se homenajea a quien ha arrastrado a esta tierra a la situación, de olvido y sumisión, en la que vivimos en la actualidad.

En fin, definitivamente, Andalucía no existe, no puede existir, no debe existir: tiene prohibido existir. Vamos de Humillación en humillación y tirando porque nos toca. Aquel 4 de Diciembre, aquel 28 de febrero, toda aquella lucha por la dignidad política, el reconocimiento de nuestra identidad nacional y la autonomía, nos la están haciendo pagar con creces. No pararán hasta aniquilar la última muestra de cualquier rango identitario andaluz que no pueda ser fagotizado, usurpado y explotado por el Estado Español. Salvo que un día, por fin, los andaluces, como pide nuestro himno, nos levantemos y luchemos por lo nuestro. Un día, lejano día. Por desgracia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Traduciendo a Oscar Arias


Declaraciones de Oscar Arias a los medios de comunicación de todo el mundo*

30 de Noviembre de 2009. Cumbre Iberoamericana, Estoril.

Óscar Arias, mediador oficial para la crisis de Honduras, se mostró hoy a favor del reconocimiento por la comunidad internacional del presidente elegido en las elecciones hondureñas del pasado domingo. Sus palabras exactas fueron:

"Se hizo todo lo que se pudo para que el Golpe de Estado saliese victorioso. Ahora solo queda que se reconozca el resultado de estas elecciones, ¡háganlo!"

Arias, aunque dijo no querer polemizar, lanzó un aviso para aquellas personas que aún confían en una victoria de la lucha popular en Honduras: "De exterminar cualquier muestra de disconformidad por parte de ese 75% del electorado que ayer no fue a votar, ya se encargan las fuerzas armadas, la policía, el TSE, la Corte Suprema de Justicia, el ejecutivo, el legislativo, las fuerzas paramilitares, los medios de comunicación de la burguesía, y todas las demás fuerzas hondureñas responsables de la planifiación, financiación, organización, ejecución y gestión del golpe militar."

El presidente costarricense reconoció además que en la cumbre iberoamericana que se está celebrando en Estoril (Portugal) "hay posiciones encontradas", aunque dejó claro que, a pesar de ello, "en caso de que los cuerpos represivos internos necesitasen alguna ayuda externa, a causa de la enorme masa poblacional opuesta al golpe y a la farsa electoral, ya hablamos con los EEUU, Israel, Colombia, Perú o cualquiera de los otros Estados del mundo volcados con la causa golpista y especialistas en las artes del Terrorismo de Estado, la guerra anti-comunista y la represión sangrienta de todo lo que se mueva en favor de los cambios democráticos y populares en el mundo. Por eso no se preocupen."

Finalmente hizo un llamamiento a la prensa internacional para que "insistan en la legitimidad de las elecciones de ayer domingo y repitan hasta la saciedad el dato oficial de alta participación presentado como válido por los organismos oficiales de Honduras. ¡Hasta la victoria (del fascismo) siempre!".

*Noticia traducida por "Agencias populares contra la desinformación/ Kaos en la red"

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Noticia en el idioma (mediático) original:

Óscar Arias aboga por reconocer las elecciones en Honduras

"Se hizo todo lo que se pudo para intentar revertir el golpe de Estado, pero no fue posible", dice el mediador oficial para la crisis de Honduras

Agencias- Estoril - 30/11/2009 19:18
Óscar Arias, mediador oficial para la crisis de Honduras, se mostró hoy a favor del reconocimiento por la comunidad internacional del presidente elegido el domingo. "Se hizo todo lo que se pudo para intentar revertir el golpe de Estado, pero no fue posible. Hoy hemos amanecido con una nueva realidad y, si todo transcurrió más o menos dentro de la legalidad, no podemos castigar al pueblo pueblo hondureño a que sufra más de lo que ya ha sufrido", argumentó el presidente de Costa Rica.

Arias, aunque dijo no querer polemizar, lanzó una pulla contra el presidente de Brasil, que hasta ahora ha manentenido la posición más inflexible a favor de la restitución del presidente depuesto, Zelaya. "Lo peor sería que actuaramos con una doble moral. Se acepta el resultado de las elecciones en Irán o Afganistán, que se sabe que no fueron limpias. No podemos convertir a Honduras en la Albania de Centroamerica", señaló.

El presidente costarricense reconoció que en la cumbre iberoamericana que se está celebrando en Estoril (Portugal) "hay posiciones encontradas".

http://www.publico.es/internacional/274241/oscar/arias/aboga/reconocer/elecciones/honduras