jueves, 17 de septiembre de 2009

Consumismo es muerte


Anoche la vi pasar.
Caminaba despacio
Parecía aletargada
como si ya estuviese dormida.
Sin ritmo, sin gracia
sin transmitir nada;
nada más que desconsuelo.
Era la vida.

Pude incluso escuchar
el terrible vaivén de su respirar
ahogada entre susurros.
Buscaba y no encontraba aire puro.
Era la vida,
la vida en moribundo.

También lloraba,
lloraba amargamente.
¿Dónde está el alma de mis hijos?
Preguntó.
¿Por qué a nadie
le preocupa mi decadencia?
Era la vida,
la vida sin presencia.

La noté hundida,
hundida en la miseria
rota por el dolor.
Quiso ponerle precio a su dignidad,
Después no tuvo para pagarlo.
Era la vida,
la vida anquilosada,
arruinada.

Finalmente cayó.
Su frágil cuerpo no pudo soportar más
el peso de su sufrimiento.
Cayó redonda al suelo y calló para siempre.
Era la vida,
la vida que se pierde.

Ya está muerta la vida.
La hemos matado entre todos.
Muerta por la imagen
por los estereotipos
por las apariencias
por el consumismo.
Muerta con la anulación
del ser por el tener.
Un suicidio.

Era la vida,
la vida que un día vivimos
tal vez sólo en sueños.
O Tal vez ni eso.
Tal vez ya nacemos muertos.

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