domingo, 8 de noviembre de 2009


“El Neoliberalismo no es una teoría del desarrollo, el neoliberalismo es la doctrina del saqueo total de nuestros pueblos“ (Fidel Castro)

El Neoliberalismo ha sido la ideología hegemónica en materia económica desde el comienzo de la década de 1980. Desde el inicio del nuevo siglo, sin embargo, la intrínseca irracionalidad del neoliberalismo, su fracaso en promover el crecimiento económico de los países en desarrollo, su tendencia a profundizar la concentración del ingreso y a aumentar la inestabilidad macroeconómica (demostrada por las continuas crisis financieras de los 90), constituyen indicadores de su agotamiento. El castillo de naipes neoliberal, que por algunos años ofreció cierto grado de buen rendimiento en cuanto al aumento de los valores macroeconómicos a nivel internacional se refiere, ha comenzado a derrumbarse, víctima de sus propios errores, desde su misma base: los países capitalistas desarrollados. Pero, como siempre ocurre en estos casos, son aquellos países subdesarrollados situados en la periferia del sistema los que en mayor medida están teniendo que soportar los efectos de la actual crisis económica capitalista generada por la especulación y la avaricia neo-liberal.

Tras décadas de imposiciones neoliberales a las políticas de desarrollo de estos países (vía BM y FMI), con unos resultados, a diferencia de lo ocurrido en el ámbito de los índices macroeconómicos internacionales, más bien modestos, la llegada de la crisis ha vuelto a poner de manifiesto la insostenibilidad del paradigma neoliberal como modelo de desarrollo para los países situados en la periferia del sistema. Es ahora cuando la ineficiencia de estas políticas, así como lo inadecuado de sus planteamientos para con el papel que el Estado debe jugar en el crecimiento de estos países empobrecidos, se ha ejemplificado con toda claridad. Incluso los logros alcanzados en los últimos años, tras la aplicación a escala mundial de toda una serie de medidas destinadas a alcanzar los Objetivos del Milenio (ONU, 2000), se están viendo ahora amenazados por los efectos de la crisis actual. Lo que para occidente es básicamente una crisis económica en el ámbito financiero que ha acabado por repercutir en la economía real con resultados no poco preocupantes para sus clases trabajadoras, en los países empobrecidos se ha destapado en toda su crudeza como una crisis que abarca una triple dimensión: financiera, energética y alimenticia, y que está conduciendo a sus gentes a situaciones realmente trágicas. La pobreza, el hambre, el desempleo, en pocas palabras, la falta de alternativas reales para una vida digna, están alcanzando ahora cifras nunca vistas en la historia. Todo ello a pesar de que los apologetas del neoliberalismo siguen fieles a su discurso según el cual “para cualquier observador más o menos lúcido de lo que ha ocurrido con las economías estatizadas y el intervencionismo estatal, es inevitable reconocer que sólo una economía abierta trae desarrollo y progreso” (Vargas Llosa, 2009).

Las evidencias, podríamos responder, sugieren justamente lo contrario: que si tras tres décadas de aplicación sistemática de los postulados neoliberales en los países empobrecidos, los índices de pobreza, de desigualdad social y, sobre todo, de acumulación del capital en cada vez menos manos, no han hecho sino aumentar, no será, pues, el neoliberalismo quien traiga desarrollo y progreso para los países empobrecidos de la periferia capitalista. El neoliberalismo, como mucho, traerá para estos países el desarrollo de la dependencia y la explotación, el desarrollo del subdesarrollo.

En este artículo se hace una revisión de los efectos que las políticas neoliberales han tenido para los países empobrecidos de la periferia, a la vista de los datos actuales en medio de la crisis global capitalista. Los resultados son del todo esclarecedores. El Neoliberalismo para los países en desarrollo es igual, entre otras calamidades, a más miseria, más desempleo, más pobreza, más hambre, más endeudamiento con el exterior, más desigualdades sociales y más concentración de la riqueza en manos de los poderosos países del Norte y sus clases más privilegiadas, que no son precisamente sus clases trabajadoras. Estamos entonces, qué duda cabe, si hacemos un análisis conjunto de todos los datos que se verán en el artículo, ante lo que podemos considerar la culminación de la historia de un fracaso anunciado: la historia del neoliberalismo como paradigma para el desarrollo de los países empobrecidos, por más que, como se ha dicho, los apologetas de estas doctrinas económicas sigan tratando por todos los medios de convencernos de lo contrario.

La conclusión final también es sencilla: los pueblos empobrecidos tienen que abandonar desde ya el neoliberalismo y apostar decididamente por modelos alternativos para el desarrollo. Modelo que deben ir más allá de los estrechos márgenes otorgados por el capitalismo. Modelos que han de avanzar por la senda del desarrollo auto-centrado y el socialismo. No queda otra.

Pueden leer y descargar el artículo completo en la siguiente dirección:

http://www.scribd.com/doc/21977300/Neoliberalismo-y-desarrollo-la-historia-de-un-fracaso-anunciado

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94416&titular=neoliberalismo-y-desarrollo-la-historia-de-un-fracaso-anunciado-

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