martes, 23 de junio de 2009
La demofascia española contra Alfonso Sastre, II-SP y el pensamiento disidente
“Que la realidad no te estropeé una buena ilegalización”
Era de prever que los magníficos resultados electorales cosechados por Iniciativa Internacionalista (pucherazo al margen) en los herrialdes bajo soberanía del Estado Español iban a traer cola. El frente españolista no podía creer lo que estaba viendo. Después de toda la campaña mediática, política y sociológica lanzada durante décadas contra la Izquierda Abertzale, incrementada en los últimos tiempos con un apoyo descarado a Aralar, en un escenario donde ya poco menos que se daba por hecha la desaparición de la influencia política de Batasuna y sus bases en el juego democrático, los resultados no dejaban lugar a dudas: todo era una patraña construida por el Estado y sus cómplices a objeto de ser consumida por mentes predispuestas; la izquierda independentista vasca está más viva que nunca.
Esto es, no sólo el apoyo político a la Izquierda Abertzale no ha decrecido tras semejante campaña de acoso y derribo, si no que se sitúa como tercera fuerza política tanto en la CAV como en Navarra. Los sueños húmedos de Rubalcaba, Rajoy, Rosa Díez, y demás tropa, saltaban por los aires el pasado 7 de junio de un solo puñetazo: el puñetazo de las urnas, el puño que golpea con los votos y no con las bombas. El puñetazo de la democracia.
Para colmo, el apoyo a II-SP no quedaba reducido únicamente a Euskal Herría, sino que desde el resto del Estado Español los votos y apoyos llegaban por decenas, seguramente centenas, de miles. Una candidatura con un proyecto político claramente anticapitalista, en cuyo mismo centro ideológico se sitúa la crítica a la ley de partidos y la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos, emergía con fuerza ante los mismos ojos de los inquisidores españoles. No podían tolerarlo. El primer intento por ilegalizarla, era evidente que no iba a ser el último. Después de aquel vendrían un segundo, un tercero, y cuántos hiciesen falta hasta conseguirlo. Al menos ellos lo tienen claro: no parar hasta conseguirlo.
Tan evidente era además que los españolistas no se iban a conformar con una II-SP legal y combativa, con una Izquierda Abertzale con fuerzas renovadas gracias a la solidaridad internacionalista, que incluso no resultaba demasiado complicado adivinar cuándo se iniciaría la nueva campaña de criminalización contra la coalición: únicamente había que esperar a que ETA cometiese nuevos atentados y las hordas mesiánicas del nacionalismo español lanzarían sus ataques desde todos los ámbitos posibles, tanto políticos, jurídicos e institucionales, como mediáticos (que tanto monta, monta tanto).
Llegado el momento era de esperar también que no quedaría títere con cabeza. Y el primer golpe, cómo no, había que darlo dónde más se viera. Con una población en estado de shock por el atentado, cuanta más envergadura tuviera el ataque, cuanto más focalizado estuviese sobre alguno de los miembros más representativos de la coalición, mejores réditos políticos podría dar. Concentrar el ataque en un solo enemigo, al más puro estilo de la propaganda nazi, es garantía de éxito en la difusión del mensaje pretendido. Sólo había que esperar. Alfonso Sastre, especialmente, estaba en peligro.
Y a esto que, por desgracia, llegó el momento. ETA vuelve a asesinar y la campaña de acoso y derribo contra II-SP se pone en marcha. Todo perfectamente calculado y bien pensado desde semanas atrás. Incluso diría que les ha llegado la oportunidad de atacar antes de lo que ellos mismos esperaban. En unas pocas horas ya habían sido varios los políticos y periodistas del frente españolista los que habían pedido la ilegalización de II-SP. El terreno del zarpazo final se iba abonando. La vista puesta en el horizonte y a la espera de que alguien de entre los miembros de II-SP, especialmente Sastre, pudiera o pudiese sacar los pies del tiesto. Agazapados, cuál ratas hambrientas de basura, esperaban los primeros espadas del españolismo. A la primera oportunidad había que sacar la caña para pescar de Sastre o de cualquier otro candidato de II-SP una no condena del atentado. Todo lo que habría de venir después ya nos lo sabemos de memoria. El mismo guión de siempre, con la misma mierda de siempre. Intoxicar la consciencia de una población en estado de shock para justificar el quebranto de los derechos políticos y civiles de una parte de la ciudadanía, para legitimar la ilegalización de las ideas disidentes y para criminalizar a quienes no se arrodillan servicialmente a los dictámenes marcados para estos casos desde el frente españolista. Todo en nombre de la lucha antiterrorista, amén.
Entonces aparece Sastre, y un gesto de valentía que le honra, sin necesidad de esperar que fuesen los lacayos periodísticos del españolismo quienes le lanzasen la caña para pescar su no condena del atentado (como ya hiciesen durante toda la campaña con todos y cada uno de los candidatos de II-SP), escribe una magnífico artículo en cual, una tras otra, dice verdades como puños, poniendo a cada uno en su sitio. Principalmente dice una que nadie en su sano juicio podrá negar: que sin negociación política no habrá un final del conflicto vasco, que la violencia, el dolor y el sufrimiento generado por las diversas manifestaciones de éste, incluida ETA, seguirán existiendo mientras no se quiera poner sobre la mesa de negociación el derecho a decidir de los vascos como objeto del debate político y del juego democrático. Podrá gustar más o menos, pero es la pura y dura realidad. Quien lo niegue, o bien lo hace a sabiendas de que está mintiendo, o bien es que vive en los mundos de yupi.
Así que no, esta reflexión no es para nada un alarde de brillantez intelectual del señor Sastre, esto es simple y llanamente sentido común. Nos los enseña la historia de los conflictos políticos en cualquier parte del mundo, y nos lo ratifica día a día la realidad política y social del conflicto vasco, incluso la realidad policial, judicial y militar. Sastre no ha dicho nada que no se sepa ya desde hace décadas, que no sepan ya cada una de las personas realmente interesadas por alcanzar la paz en Euskal Herría. En realidad, lo de Sastre no pasa de ser una opinión común, repetitiva, vulgar, aunque, eso sí, totalmente acertada y completamente veraz. Tenemos pues con este artículo a un hombre brillante, una mente privilegiada, capaz de rebajarse al nivel del común de los mortales con un poco de sentido común. Hasta aquí no parece que en la noticia hubiese nada de interesante. Habrá quien piense incluso que de un hombre como Sastre se deberían esperar reflexiones de mayor alcance.
Ahora bien, esto era todo lo que necesitaban leer los españolistas para iniciar su campaña de cerco político, mediático y judicial en contra de II-SP. Algo tan simple, y a la vez tan complejo, como esto: Que si no hay negociación, vendrán tiempos de dolor, que si no se negocia, habrá más muertos (tanto de un lado como del otro). Lo que para cualquier ciudadano con un poco de sentido común es una simple reflexión intelectual, de no demasiada profundidad, para el frente españolista se convierte ipso facto en una supuesta amenaza. Todos los medios de comunicación del frente, tanto en radio, como en prensa como en televisión, llevaron la noticia a sus ediciones. Todo coincidían en la misma idea: Sastre amenaza con más muertes si no hay negociación con ETA. Lo que Sastre escribe como un condicional, ellos lo convierten en una afirmación directa de la propia ETA. Lo que Sastre escribe como reflexión, ellos lo convierten en una amenaza. La mayoría de la población española, que sigue en su estado de shock, y que además es poco dada a leer nada que tenga más de cinco párrafos y no hable del Real Madrid, la selección española de fútbol o Cristiano Ronaldo, comulga con ruedas de molino. Sastre se convierte oficialmente en un terrorista, un terrorista que además se atreve a amenazar impunemente. De intelectual a terrorista en menos que canta un gallo. Es el poder de los medios del frente españolista, la Brunete mediática. Un poder casi absoluton a la hora de modelar consciencias y crear realidad a su antojo. Que la realidad no te estropeé una buena ilegalización. Tú ponme la historia que yo pongo la ilegalización
A raiz de ahí, las declaraciones políticas se suceden por doquier, los insultos a la persona de Sastre llueven desde todos los rincones del frente españolista, incluso algunos se han atrevido a llevarlo ante los tribunales. Hay que criminalizar a Sastre o, lo que viene ser lo mismo en la estrategia del Estado y sus lacayos, hay que criminalizar a II-SP. Es decir, hay que aprovechar el estado de shock que vive la mayor parte de la población tras el atentado para atacar sin piedad a los disidentes, ya sean obreros, ya sean intelectuales, ya sean lo que sean. No se puede permitir que II-SP siga adelante, ahora es el momento de derrotarla ante la pasividad generalizada de la ciudadanía, ahora se puede hacer lo que el Constitucional no permitió hacer antes, tal y como hubiera sido lo deseable. Es más, hay que fumigar a los disidentes. Cualquier cosa vale para no parar hasta conseguirlo. No hablamos ya si quiera de un delito de opinión, hablamos de un delito de pensamiento. Pensar se convierte en delito si lo pensado nos lleva a conclusiones obvias que no son del gusto del frente españolista. A Sastre se le quiere condenar por un delito de pensamiento, por usar el sentido común y llegar a la conclusión más obvia posible, a la que cualquier persona podría llegar a poco que pensase con cierto detenimiento sobre el tema por unos pocos minutos. Unos pocos minutos, no más. Pero Sastre con la verdad, ni ofende ni teme, que decía el otro. Si Sastre es un terrorista por decir eso, yo también los soy, si Sastre amenaza por decir eso, yo también amenazo. Y como Sastre y yo, cientos de miles de personas, tal vez millones. Porque somos millones quienes así pensamos, muchos de ellos incluso votantes de los partidos españolistas. Somos millones quienes apostamos por una salida negociada al conflicto, y estamos convencidos de que no habrá otra salida que no sea esa. Sin negociación no habrá paz. Sin negociación el dolor y el sufrimiento de ambos bandos se prolongará por generaciones, por muchas generaciones. Si pensar así es un delito, van a faltar cárceles en el mundo para encerrarnos a cumplir con nuestra condena por hacerlo.
Así que en esas estamos. En un Estado que se dice democrático pero donde pensar, y pensar bien, puede ser un delito. Un Estado donde decir lo que uno piensa, y piensa acertadamente, se puede llevar ante los tribunales. Un Estado donde las reflexiones personales pueden ser usadas para ilegalizar proyectos políticos que no sirven a los intereses del mismo. Porque esa es la clave de todo este tinglado: ilegalizar a II-SP, qué no quepa la más mínima duda. Sastre es simplemente la cabeza de turco para llegar a lo que de verdad interesa: ilegalizar a II-SP. Como lo podría haber sido Ángeles Maestro o Doris Benegas, aunque ciertamente Sastre era el preferido del Estado para tal efecto.
Si este mismo artículo Sastre lo hubiese escrito hace unos pocos meses, antes de que se supiese que iba a ser cabeza de lista de la candidatura, no habría tenido la más mínima repercusión. Sería uno más, uno de tantos. Uno más donde se dicen verdades como puños que el Estado ya sabe desde hace mucho tiempo y que se prefieren mantener ocultas para no dar ni una paso atrás en la estrategia represiva contra el disidente, para no tener que ceder a la voluntad soberana de los pueblos. Ahora, en cambio, hay que llevar a Sastre ante los tribunales por escribirlo, pues así se podrá después hacer lo propio con II-SP y, esta vez sí, lograr su ilegalización a cualquier precio. No parar hasta conseguirlo. No se puede permitir que la solidaridad entre los pueblos, el internacionalismo anticapitalista y la lucha contra el fascismo institucional se convierta en un ejemplo. Antes nos fumigan a todos. No lo dudemos.
Como no podemos dudar tampoco que lo de este Estado definitivamente no es una democracia. Lo de este Estado es claramente una Demofascia. Fascismo puro disfrazado de democracia. Lo último en el mercado de la represión política. Como en Colombia o en Perú. Como en México o Turquía. Como en tantos países aliados del imperio por todo el mundo. Aunque es verdad también que España, en esto sí, está a la vanguardia.
¡Viva la muerte!, ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la demofascia!
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