domingo, 21 de febrero de 2010
El País amordaza
El grupo PRISA acentúa su política de manipulación para con los gobiernos progresistas de América Latina
El diario El País ha relanzado con fuerza su campaña anti-chavista basándose en un rosario de argumentos manipuladores que pueden resumirse en uno: El gobierno Venezolano cierra de nuevo la cadena de televisión RCTV, esa cadena privada que en 2002 participó activamente en el golpe de Estado que llevó al dictador Pedro Carmona al poder por un día, y que ahora ha decidido desafiar nuevamente la legalidad venezolana no cumpliendo con las exigencias legales recogidas para toda emisora televisiva en la ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Ley Resorte). Sin embargo, días antes de estos hechos en Venezuela, el gobierno peruano había cerrado la cadena de televisión Radio Oriente, así como Radio La Voz, sin que ello fuese hecho noticioso alguno para El País, que no publicó una sola noticia al respecto, a pesar de que incluso la ONG “Reporteros Sin Fronteras”, tan citada cuando de atacar a Venezuela y otros países se trata, emitiese un comunicado en el cual se aseguraba que la medida respondía a una “venganza política”, así como que las emisoras cerradas cumplían con toda la legalidad vigente, en un claro ataque a la libertad de expresión en el país. Recordemos que Radio Oriente fue la única televisora que informó verazmente al mundo de lo que estaba sucediendo en la provincia peruana del Bagua, cuando el gobierno peruano decidió enviar a las fuerzas de seguridad para masacrar a los indígenas que protestaban contra algunas medidas gubernamentales que consideraban lesivas para sus intereses.
Ni el gobierno venezolano, ni los procesos revolucionarios que atacan directamente sus intereses económicos en América Latina son santos de la devoción de una multinacional que, a pesar de controlar el principal diario español y un buen número de intereses mediáticos en el continente sudamericano con la manipulación informativa como bandera principal de sus actividad mediática, se considera un buen representante de lo que debe ser el sano ejercicio del derecho a la libertad de expresión. Hace ya mucho tiempo que el grupo PRISA confunde deliberadamente el engaño, la manipulación y el sesgo informativo, según sus propios intereses políticos y económicos, con la libertad de expresión. Y no es la primera vez que utiliza sus medios y sus manipulaciones para anular por completo el derecho a una información objetiva de sus lectores en todo el mundo, aunque nunca su inquina haya sido tan persistente como contra el gobierno de Hugo Chávez, un gobierno al que ha atacado de todas las maneras habidas y por haber, incluso dando en 2002 cobertura legal a un Golpe de Estado con un editorial que ha pasado a la historia negra del periodismo internacional. Después de eso ha continuado con su campaña cotidiana, convirtiendo toda información que viene de Venezuela en algo así como un parte diario de guerra, con el ataque al presidente venezolano como único objetivo de su estrategia mediática.
La reciente campaña del diario por el tema RCTV, resumida en su titular “Chávez corta la señal a un canal de televisión por no emitir sus discursos”, hay que encuadrarla en la huida hacia delante de un medio de comunicación cuya empresa base se encuentra en una situación económica lamentable y con la vista puesta en poder nuevamente hacer su negocio en aquellos países que ahora les están vetando, que han sacado los libros de texto de sus editoriales de los colegios del país, que se han negado a darles cualquier tipo de concesión en materia de medios de comunicación, y que no han dudado en denunciar ante el mundo las tropelías y atropellos mediático-mafiosos de esta multinacional española nacida de las entrañas del franquismo, y cuyo principal responsable actual, Juan Luís Cebrián, es un miembro destacado del Club Bilderberg. PRISA ha dejado de ser finalmente una empresa solvente. La verborrea progresista, útil en tiempos de bonanza para cautivar a incautos lectores, deja de serlo en un contexto de crisis económica aguda de la empresa, con una deuda que da miedo, y un panorama a medio plazo realmente desalentador, salvo que pueda ser salvado por la apertura de nuevos mercados en aquellos países de habla castellana que son el principal campo de expansión potencial del grupo empresarial español. Venezuela es uno de ellos.
Sobre esta panorama, El País opera con falsedades, mentiras, manipulaciones, engaños y constantes llamamientos al quebrantamiento de las leyes venezolanas, así como a favor de la impunidad de quienes efectivamente las quebrantan, a una misma vez que silencia hechos como el cierre de radios y televisiones en aquellos países cuyos gobiernos no ponen traba alguna a su actividad mafioso-empresarial en el país en cuestión. De ahí el diferente trato dado al caso de RCTV en comparación con el trato dado al caso de Radio Oriente en Perú. Todo un recetario antidemocrático, un ejemplo manifiesto de lo que no debe ser el periodismo imparcial y objetivo, cuya finalidad debiera ser la información y no la defensa de sus propios intereses políticos y económicos.
A eso es, por ende, a lo que desde el Grupo PRISA llaman libertad de expresión: libertad para atacar las medidas basadas en la legalidad del país de quien no le permite hacer negocios, y silenciar los ataques y las venganzas políticas, incluso las masacres, de quienes ya se lo permiten (gobiernos amigos), o le han prometido permitírselo (oposición de los países con gobiernos enemigos). Libertad para amordazar la libertad de expresión en sí misma. No es otra cosa lo que PRISA defiende.
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