domingo, 18 de enero de 2009

¿Alto el fuego unilateral o trampa propagandística?


El 25 de abril de 2008 Hamas propuso a Israel un periodo de tregua de 6 meses con el objetivo de iniciar un proceso político que pusiese fin al bloqueo que estaba desangrando a la población de Gaza. La respuesta de Israel fue una clara y rotunda negativa: De acuerdo a Israel, esta posibilidad de tregua se debía únicamente a que Hamas no poseía más efectivos y recursos para seguir la batalla en la Franja de Gaza. Los ataques de las fuerzas armadas israelí debían continuar para, según dijeron desde su gobierno, "proteger a sus ciudadanos".

Pocos meses después, concretamente el 19 de junio, mediante la intermediación de Egipto en las negociaciones, ambas partes llegaron a un acuerdo para el establecimiento de una tregua de 6 meses en la zona, tal y como había propuesto el grupo de resistencia islámica palestino. Con esta tregua, Hamas pretendía forzar a Israel a levantar el bloqueo contra la franja, pero Israel nunca lo hizo, todo lo contario, durante el tiempo que duró la tregua nuevas medidas represivas fueron impuestas por el gobierno de Tel Aviv, entre ellas la prohibición a la entrada de periodistas extranjeros en la franja.

A pesar de que Israel no cedía en sus medidas de guerra contra la franja, Hamas respetó la tregua durante los primeros cinco meses tal y como habían acordado en las negociaciones. Ni un solo cohete Qassam fue disparado contra territorio israelí en este tiempo. Pero, no contentos con esto, el 4 de Noviembre soldados del ejército hebreo penetraron en la franja y asesinaron a 7 milicianos de Hamas. La fecha no era casual. Ese mismo día el mundo entero apuntaba su mirada hacia la celebración de las elecciones presidenciales en los EEUU. Es decir, aprovechando que la opinión pública internacional estaba centrada casi en exclusiva en el devenir de las elecciones usamericanas, Israel incumplió el alto el fuego acordado 5 meses atrás y atentó contra la vida de varios militantes de la organización palestina. La respuesta de Hamas era sólo cuestión de horas. La tregua había finalizado, la operación “plomo fundido” en Gaza estaba apenas comenzando.

Como era de esperar, tal y como buscaban los israelís con su premeditada acción, los milicianos palestinos retomaron sus actividades bélicas y comenzaron de nuevo los ataques con cohetes Qassam sobre algunas poblaciones del sur de Israel. El 19 de Diciembree Hamas anunciaba oficialmente que no renovaría la tregua con Israel, a la vista de que ninguna de sus exigencias habían sido respetadas por el estado hebreo: el bloqueo continuaba plenamente activo, las fronteras cerradas a cal y canto, y además el propio ejercito israelí había sido el primero en retomar las actividades bélicas en la zona, con lo cual la tregua había quedado invalidada de facto desde el citado 4 de Noviembre. El escaso eco que la noticia del asesinato de los 7 milicianos palestinos había tenido entre la opinión pública internacional, preocupada en esas fechas, como digo, por el devenir de las elecciones norteamericanas, fue aprovechado por la propaganda sionista para culpar a Hamas del fin del alto el fuego, acusando a la organización palestina de haber sido la primera en no respetar lo acordado y en haber dado comienzo a un nuevo inicio de la hostilidades. Las constantes noticias que habían llegado en las últimas fechas acerca del lanzamiento de cohetes Qassam contra territorio israelí, que, a diferencia del ataque hebreo del 4 de noviembre, sí habían tenido el suficiente calado en la información llegada hasta la opinión pública de los países occidentales, hicieron posible que tal argumento sionista tuviese inmediatamente éxito y se consolidase como válido en la desinformada población occidental. Los sucesos del 4 de noviembre habían conseguido pasar inadvertidos. Israel tenía así el argumento buscado para iniciar su guerra contra Gaza: un Hamas que habría roto la tregua pactada y una necesaria defensa de la seguridad de sus ciudadanos. El 26 de Diciembre comenzaban oficialmente los ataques contra la franja.

Han sido 24 días consecutivos de ataques por tierra, mar y aire contra la población palestina. 24 días en que la operación “plomo fundido” ha causado la muerte de casi 1200 ciudadanos palestinos y herido a otros 5000 de ellos, muchos de los cuales morirán en fechas próximas ante la falta del material necesario para poder atenderlos y curarlos. Casi la mitad de las víctimas mortales han sido civiles, entre ellos abundantes mujeres y niños. El genocidio físico de los palestinos se ha visto acompañado por toda una serie de acciones del ejercito hebreo que le han hecho ganarse la condena de prácticamente toda la opinión pública internacional y que han puesto encima de la mesa la necesidad de sentar a los responsables de tales hechos ante los tribunales internacionales pertinentes por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Israel ha utilizado armamento prohibido por la legislación y los acuerdos internacionales de toda índole referidos al uso de armas en situaciones de guerra. Bombas de racimo, fósforo blanco, explosivos de metal inerte y algunas otras armas aún por determinar han sido utilizadas de manera indiscriminada contra la franja, tanto en campo abierto como en zonas urbanas o repletas de civiles. La sede central de la o­nU en la zona ha sido atacada, además de al menos cuatro ataques más contra escuelas con bandera azul que estaban siendo utilizadas como refugio por la población civil palestina. Universidades, escuelas y hospitales de todo tipo han sido bombardeados. Se han sucedido los ataques contra lugares o convoyes donde se almacenaban comidas y medicinas destinadas por la ayuda internacional humanitaria a la atención de los afectados por los bombardeos y el socorro urgente a la población. Barcos con ayuda humanitaria han sido obligados a desviarse de sus rutas mediante amenazas de ataques bélicos contra ellos. Se han atacado ambulancias y se han levantado barricadas para impedir la entrada de la ayuda médica necesaria hasta el lugar donde se encontraban los heridos. La cobertura informativa de los sucesos sobre el terreno ha sido censurada y el edificio donde se ubicaba la poca prensa internacional presente en la zona fue atacado. Se ha impedido el paso a médicos y enfermeros mientras era de conocimiento general la situación de extremo colapso sanitario en que se estaban encontrando hospitales y población civil. Civiles palestinos han sido obligados por militares hebreos a quedarse en el interior de los edificios donde se encontraban resguardados mientras tales edificios estaban siendo utilizados por los soldados sionistas para lanzar ataques con francotiradores u otros medios bélicos contra los milicianos de Hamas y la población civil desarmada. Se ha tiroteado a sangre fría a familias enteras mientras salían a la carrera de sus hogares con banderas blancas en las manos. Y todo esto, como digo, en tan sólo 24 días de ataques. Si todo esto no merece que sus responsables sean juzgados y condenados en un tribunal internacional por genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa-humanidad, ¿qué lo merece?

Pero las afrentas israelís no se detienen ahí. Curiosamente, justo dos días antes de que el nuevo gabinete norteamericano tome oficialmente su cargo, el estado hebreo, tal y como estaba siendo exigido por toda la comunidad internacional, declara un alto el fuego unilateral. Un alto el fuego cuyas bases han sido pactadas entre representantes del gobierno sionista y representantes de la saliente administración norteamericana. No corresponde a ninguno de los intentos para el alto el fuego puestos encima de la mesa por terceros países (tales como Francia o Egipto) o por las propias instituciones internacionales (ONU), simplemente es una declaración unilateral acordada entre el gobierno israelí y su mentor y principal aliado en el mundo. Ninguna de las condiciones planteadas por Hamas para alcanzar un acuerdo común de tregua se ha visto incluida en el pacto sionista-norteamericano. Israel simplemente se limita a parar los ataques según su propia voluntad al considerar que “sus principales objetivos en la operación se han visto cumplidos”.

Los objetivos, aunque no hayan sido capaces de definirlos los propios israelís, todos sabemos que eran fundamentalmente tres: el escarmiento a la población de gaza por haber votado a un partido como Hamas, el alza de la popularidad y la intención de voto de los responsables directos de los ataques en relación a las elecciones de febrero y una advertencia a la nueva administración de Obama para que sepa como se las gastan cuando quieren los israelís, capaces incluso de llamar por teléfono al presidente Bush y poner en evidencia la supuesta independencia de la política exterior yanqui. En este sentido, es bastante probable que los dos últimos objetivos se hayan visto plenamente satisfechos. Lo del escarmiento a los palestinos de Gaza es otro tema.

Como digo, el alto el fuego unilateral no incluye ninguna de las exigencias de Hamas para una tregua duradera. Ni se ponen condiciones para el fin del bloqueo, ni se habla de la apertura de las fronteras, ni nada por el estilo. Hamas, por descontado, ha declarado ya que no le vale tal acuerdo unilateral y que mantendrás sus ataques armados. El ejecito israelí, además, permanece en la franja a la vista de lo que pueda suceder, según afirman sus propios dirigentes. Apenas unas pocas horas después del inicio oficial del alto el fuego, Israel abría fuego en varios puntos de la franja, supuestamente en respuesta a previos ataques de milicianos palestinos. Algunos cohetes han vuelto a caer sobre el sur de Israel. El pretendido escarmiento contra los palestinos parece que aún no es lo suficientemente poderoso como para ser efectivo y acabar con la resistencia armada contra el invasor. Los palestinos siguen resistiendo y no están dispuestos a ceder a cualquier precio. O sus reivindicaciones para la tregua son escuchadas, o seguirán con la lucha armada mientras Israel continue con el bloqueo y no les deje en consecuencia una opción alternativa. Aún así, Hamas ha decidido declarar también un alto el fuego, durante el cual los israelitas tienen una semana para retirarse de la franja de Gaza. Una semana en que las actividades diplomáticas deberan ponder además la exigencias de Hamas encima de la mesa.

De alguna manera, el mensaje que Israel ha pretendido lanzar al mundo es claro: nosotros hemos parado los ataques tal y como nos habéis pedido, la pelota está ahora en manos de los palestinos. Hamas ha recogido el guante y ha devuelto la bola del lado de los sionistas. Pero Israel es plenamente consciente de que Hamas no cesará sus ataques mientras sus condiciones no sean respetadas, pues lo contrario sería como legitimar la muerte de los más de 1200 palestinos caídos en estos días de ataques. Ahora Israel tiene dos opciones: o bien negocian una tregua duradera con Hamas que incluya las condiciones exigidas por la organización palestina, o bien tensa la cuerda durante esta semana y fuerza a Hamas a retomar los ataques.

Israel lo sabe y probablemente sea justamente lo que está esperando que hagan los palestinos: que los ataquen. Ojalá me equivoque, pero estoy convencido de que Israel hará todo lo posible para forzar una respuesta de Hamas, incluso antes de que se cumpla la semana de alto el fuego declarada por la organización. Israel podría así justificar nuevamente ante el mundo la continuación de sus actos terroristas contra la población civil palestina. ¿Lo veis?, ellos no quieren la paz, no han aprendido la lección, debemos seguir atacándolos sin piedad, dirán. Y un buen sector de la opinión pública internacional caerá rendido ante tal argumento. Una genial jugada propagandística. La clave estará en cubrir con un manto de ignorancia las verdaderas razones que pudieran llevar a Hamas a no respetar una tregua que nada tiene que ver con ellos, pues nada variaría para ellos la situación en la que vivían con anterioridad al 26 de Diciembre si no son respetadas sus condiciones de tregua. Así, al igual que ocurriese con la ignorancia de la población occidental respecto de los suceso del 4 de Noviembre, deberemos estar atentos a lo que haga Israel durante estos días donde la atención central del mundo estará puesta en lo que sucede en los EEUU.

No es de extrañar que, como de costumbre, Israel ponga los muertos, los medios occidentales generen la desinformación, y al final sea Hamas quien acabe siendo el responsable de la ruptura de la tregua y el culpable de la continuación de las hostilidades para buena parte de la opinión pública internacional. Así hasta que la muerte de otros 1000 palestinos vuelva a remover algunas consciencias y se de la vuelta a la tortilla. Israel entonces parará otra vez y vuelta a empezar. Con cada nuevo comienzo, los muertos y los crímenes de guerra acaecidos durante la fase anterior habrán caído en el olvido. Así llevamos 60 años.

No, no se dejen engañar. Lo que ha propuesto Israel no tiene ninguna pinta de ser una tregua ni un alto el fuego unilateral, lo que ha propuesto Israel tiene más bien toda la pinta de ser simplemente una trampa propagandística ante la que los palestinos no van a tener otro remedio que caer a poco que Israel tense la cuerda. Probablemente no les van a dar otra opción más que caer. La cuestión ahora es saber si, como he apuntado antes, el gobierno israelí volverá a utilizar el proceso electoral americano, en este caso la toma de posesión del nuevo presidente electo, para llevar a cabo su reinicio de la guerra y lanzar sobre ello una tupida cortina de humo mientras buena parte del mundo está centrando su mirada en lo que ocurre en la casa blanca. Habrá que estar especialmente atentos de lo que ocurra ese día en Gaza. Las historias macabras son, como todos sabemos, las que más tienden a repetirse. Máxime si la primera vez dieron suficiente éxito. Estemos atentos.

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